El día en que fui presidente

No fui presidente de ningún club deportivo, de ajedrez o astronomía. No fui presidente de alguna comisión ni sociedad de fomento. No fui presidente de algún gran holding u otro grupo empresario. No mi querido lector, ni siquiera fui uno de los cinco o seis presidentes que tuvimos esa última semana de diciembre del 2001, después de que De La Rúa huyera en helicóptero. No. Fui presidente de mesa en los comicios del 28 de Junio y he aquí un relato de lo que aconteció ese día.

Hace algunas semanas fui nombrado presidente de mesa e hice el curso optativo para las autoridades de mesa algunos días después. Ayer fue la prueba de fuego. Votamos, todos nosotros, los ciudadanos. Nosotros, quienes no votamos en directorios de empresas, quienes no tenemos poder para hacer lobby para tal o cual interes, nosotros…. ejercimos nuestra decisión. Pero comencemos esta historia desde el principio y esto significa retroceder un par de días.

El sábado 27 anduve con cuidado. Cuidado respecto a lo que comía y bebía. Todo liviano, todo en pocas cantidades… casi fue un ayuno y no quería arriesgarme a tener ninguna complicación para el día siguiente. Andaba abrigado, no me exponía al frío. Me bañé y acosté en seguida, siempre pensando en la jornada siguiente. A las 6:30 del domingo suena el despertador y poco después estaba de pie. Una taza de té fue todo mi desayuno y con el estómago bien liviano, para aproximadamente las 7:15 salgo a la escuela. Las seis cuadras que debía recorrer fueron rápidamente salvadas en auto ya que mi viejo se ofreció a llevarme.

Subo los escalones para acceder a la escuela (su planta baja está a una altura promedio de unos 3 mt. sobre el nivel de la calle, y mientras la calle sigue cuesta abajo, la diferencia se incrementa… ideal para personas discapacitadas, no hay rampas) y me identifico con el personal de seguridad. El correo no había llegado aún y había pocas autoridades de mesa ya presentes (tres). A los pocos minutos aparece mi vocal (¡qué suerte! ¡tenía vocal y no consonante! – hmmm… chiste malo) y poco después, hacia las 7:30 en punto, viene el personal del Correo Argentino con las urnas, sobres, actas y todo el papeleo y útiles para los comicios. Firmo la recepción de las cosas y me voy a preparar el cuarto oscuro… el mismo al que fui en las últimas elecciones, la misma aula de siempre.

Al rato cae un fiscal por el Acuerdo Cívico y Social (ACyS) y nos da una mano con Alexis (el vocal) para preparar el cuarto oscuro (pegar afiches, acomodar mesas, sillas, verificar que todo esté cerrado o precintar muebles abiertos). El escritorio de la señorita lo sacamos al pasillo techado – abierto al patio – y cuando miro sus cajones para ver si podía guardar algo en ellos, vi lo siguiente: faltaba un cajón en un caso y en los otros dos, el cajón no tenía fondo…. requiem por los muebles de enseñanza en las escuelas públicas. Al final dispongo las boletas enviadas por el correo en orden numérico creciente, armo la urna y la fajo, firmando las fajas mi vocal, el fiscal del ACyS y el del Frente Justicialista Entrerriano (FJE), que a estas alturas ya había llegado. Para las 8 todo estaba listo, a las 8:02 ya tenía el acta de apertura firmada y comenzó el día…. largo, largo día.

Paréntesis: Hace unas semanas, cuando comenzaron los fríos invernales, recuerdo haber leído en varios medios de comunicación que había protestas por las escuelas de Capital Federal porque no tenían gas para calefaccionarlas. “¡Calefatores en la escuela! ¡Qué lujo!”, pensé. Mi primario y secundario transcurrió por escuelas privadas y jamás tuvimos calefacción, ni ventiladores en verano. ¡Cómo cambian los tiempos! y hace años los inviernos eran más crudos que los de ahora. Cambio climático mediante, aumenta la temperatura año a año. Claro que ahora tenemos gas natural y los ventiladores importados de china entran muy baratos. Y ahora que recuerdo, en la UTN de Santa Fe tenemos ventiladores. Y no hablemos aquí de escuelas perdidas en medio de lejanos campos, montes o cordillera…. no quiero ni pensar si tienen o no energía eléctrica.
Cierro el paréntesis.

El clima fue horrible durante toda la jornada. “Clima” hablando sobre al estado del tiempo, el cielo. Temprano, sin que el sol haya salido, se veían algunas pocas estrellas. Supuse que iba a ser un día soleado y frío, sin embargo, se fue nublando cada vez más y más… y mucho más. Frío, viento y al anochecer, llovizna. Grrr…. fue horrible pero interiormente yo era una estufa. Estaba bien abrigado y no sufrí el frío para nada, a diferencia de mis fiscales de mesa que como estaban más próximos a los baños (quizás seis o siete metros) cuando alguien dejaba la puerta abierta una corriente de aire frío se nos venía encima desde el patio. Pero dejemos el informe climatológico y el frío. Volvamos a los comicios.

Hasta las 9:45 todo fue tranquilo. 35 personas se habían presentado a votar y la cola nunca fue más larga que cuatro o cinco personas. Mi padrón con 380 personas (y 7 páginas) arrancaba en los Núñez para terminar en los Ramírez. La mesa vecina (de M a N) tuvo una mañana muy atareada. No se porque se demoraban tanto, pero la cola de gente llegaba hasta el centro del patio de la escuela y esto fue casi constante. La del otro lado (R y S) también fueron bastantes rápidos y sus colas nunca fueron tan largas. Mirando todas estas personas que hacían cola, que entraban, salían… fue imposible no pensar en la materia Simulación de la facultad. Hasta tuve la ocurrencia de tomar tiempos: cuánto esperaba una persona, cuánto tardaba dentro del cuarto oscuro, cuántas personas en determinado período de tiempo…. claro que yo no tenía tiempo para recolectar estos datos. Así que deseché la idea tan pronto como apareció. Ese conteo de 35 personas fue el último que pude hacer hasta poco antes de las 18:00. Si bien la cola en mi mesa generalmente fue corta, era continúa. Nunca se acaba… entraba uno al cuarto oscuro… y llegaba otro más a sumar en la cola. Era para tirarse de los pelos. Y en los breves, muy breves momentos que hubo en los que no había nadie en la cola, no daba tiempo para contar porque durante el procedimiento aparecía alguien, y yo le daba preferencia (trataba de no demorar al elector).

En el padrón tuve que incorporar a mano cinco personas en total: un fiscal y cuatro personas de prefectura afectados a la seguridad de los comicios. Me causó gracia el comentario de unos de los fiscales de mi mesa: “aprovechá que es el único caso en que vos podes tomar la huellas dactilares de ellos”. Claro, siempre es la gente común quien debe tocar el pianito ante las fuerzas de seguridad 🙂

Periódicamente, aproximadamente entre 30 y 45 minutos si era posible, entrábamos al cuarto oscuro para verificar las boletas (otra razón para no tener tiempo de contar la cantidad de votantes) y si veía un fiscal general dando vuelta por el patio, lo llamaba para que entrara también. Yo era el primero en entrar al cuarto oscuro y el último en salir. Mientras tanto, dejaba a Alexis en la mesa a cargo de cuidar la planillas y fundamentalmente la urna (si no hubiera tenido vocal o si hubiéramos entrado todos, tendría que haberme llevado la urna conmigo). Sí me llevaba los sobres que había firmado por adelantado.

Durante toda la jornada estuve con el vocal sentado a mi lado y los dos fiscales de mesa por los partidos anteriormente mencionados. Había diez partidos políticos en Entre Ríos y se imaginarán que faltaron fiscales para varias agrupaciones. Estaban también los fiscales generales y tanto el ACyS como el FJE tenían el suyo (el fiscal general estaba a cargo de velar por los fiscales de mesa de su partido y de vez en cuando, también entraban con sus fiscales de mesa a ver el cuarto oscuro). Del PRO había dos fiscales generales, uno por otra fuerza política que no recuerdo y dos más que eran itinerantes de otras agrupaciones políticas. Estos fiscales generales de vez en cuando se acercaban a mi mesa para pedir entrar al cuarto oscuro a fiscalizar. Yo los hacía esperar un rato para tratar de respetar el horario acordado con los fiscales de mesa y después entrábamos todos juntos. Nunca tuve problemas ni protestas, ni faltantes de boletas ni reemplazos extraños.

Durante estas fiscalizaciones me dí cuenta de la cancha que tenía para esta tarea el fiscal del FJE, una persona mayor. Cuando le hice esa observación, me dijo que hacía 30 años que estaba en estas tareas. El revisaba todas las boletas de la pila de su partido y se fijaba en el encabezamiento, y lo hacía rápidamente.

Por la mañana apareció uno de estos fiscales itinerantes (yo siempre pedía el DNI y el poder del partido para verificar la identidad) y lo curioso fue que usaba barbijo. En todo el día, sólo vi dos personas usando barbijos: este fiscal usaba uno de tela, el otro fue un elector que usaba uno tipo rígido. Recuerdo que en Hong Kong es costumbre utilizar barbijo si uno está enfermo: resfriado, estornuda frecuentemente o anda engripado. Lo vi en un documental sobre la gripe aviar. Es una falta de respeto no hacerlo. Costumbres sociales, recuérdelo si viaja hacia allá. Aquí no pude dejar de notar a un muchacho en la fila de cuya nariz goteaban los mocos…y no usaba barbijo. Se limpió con su pañuelo y con precaución sostuve su DNI. Por supuesto, por lo menos en la escuela donde estuve no había ni rastro de gel o alcohol para lavarse las manos y prevenir contagios por la gripe A (porcina).

Bien temprano tomé un mate que me ofreció un fiscal, lo tomé más por amabilidad que por ganas, y no volví a repetirlo. No consumí nada más hasta el final del día, hasta regresar a casa. Ni bizcochitos que me ofrecieron en alguna oportunidad. A media mañana pasó por cada mesa el mismo hombre del correo que entregó el material para los comicios. Al verlo a la distancia pensé que repartía gel, alcohol o quizás las mencionadas esponjas para mojar el dedo y cerrar los sobres (y no utilizar saliva), pero estaba entregando a las autoridades de mesa una vianda para el presidente y otra para el vocal. No me fijé en ese momento, pero noté que tenía una lata de gaseosa y pensé que vendría con un pebete o algún otro tipo de sandwich. Nada que ver: un paquete de galletitas; dos barritas de cereal; una lata de jarab… perdón, pepsi; un sobre de té, uno de edulcorante y otro de azúcar. Mi vianda quedó intacta y al final del día me la llevé a casa (allí fue cuando analicé su contenido). vianda elecciones 01
vianda elecciones 02

Nuevo paréntesis: diferente fue la situación en el centro de cómputos del Correo Argentino en Paraná, en la esquina de 25 de Mayo y Montecaseros. A mi hermana le tocó trabajar allí y me contó que tenían una mesa redonda llena de sandwiches de miga, matahambre, canapes, empanaditas de varios sabores y otras exquisiteces. Utilizaban copas, tenían gaseosa o agua mineral a gusto y café si alguien quería. ¡Tenían servicio de catering y una mesa de postres! “¿café, señora?” “sí, gracias”. Bocaditos, alfajores y vaya uno a saber qué más. Decidido: en esta elección tuve la oportunidad de trabajar en el centro de cómputos, pero me incliné por el laburo de autoridad de mesa. Si se repiten estas chances en el futuro… me voy al centro de cómputos 🙂
Fin del paréntesis.

Hacia las 11:30 la situación en la cola se volvió crítica: llegaron a aguardar hasta 15 personas. Yo venía firmando de tres o cuatro sobres y le pasaba a los otros miembros de la mesa los mismos para que los firmaran. Ya para esa hora venía firmando de a seis y así tener stock para entregar. Cuando quedaban uno o dos, hacía firmar otra tanda (siempre vigilaba la cantidad de sobres que iban y que volvían, como también que los fiscales firmaran en el mismo lugar… algo que les dije al principio del día debían hacer). Veía y saludaba a uno que otro conocido, algunos – varios – vecinos.La hora del mediodía fue así de agitada, no terminaba más la cola… entraba uno, se incorporaba otro. Para las 13:00 se calmó un poco, pero a las 14:00 ya estábamos otra vez en la misma ajetreada situación y siguió así hasta las 16:15, aproximadamente. Tuve hasta unas 17 personas en un momento, lo más largo que conté. Después volvimos a cantidades normales de seis o menos… hasta uno o dos.En diferentes momentos del día pasaba un policía por las mesas preguntando por el número aproximado de votantes. Esa cifra dejaba que se la dieran los fiscales, total no necesitaba precisión. Yo estaba en la tarea de atender a los electores y controlar los cuartos oscuros. Como había dicho anteriormente, no tenía tiempo para contar las personas en el padrón y menos siendo que más y más venían a votar.

En todo el día únicamente dejé la mesa a cargo del vocal durante cinco minutos, a las 15:00 hs. Ya no aguantaba más y tuve que ir al baño. Pero después de eso seguí viaje hasta el final. Tan rápido fui y volví, que sólo dos electores habían entrado y salido del cuarto oscuro cuando regresé. Para completar mi padrón, le pregunté a Alexis quiénes habían sido (para minimizar las discrepancias al final, ya le había advertido que tomara nota aparte mientras me ausentaba).

Nos habían dado unas hojas para uso oficial, donde debíamos anotar cualquier cosa que nos pareciera mereciera la atención asentar (por ejemplo: dejar la mesa a cargo del vocal). Durante el día no siempre tuve los mismos fiscales de mesa. Poco antes del mediodía el fiscal del ACyS fue reemplazado por otro, y yo dejé constancia de ese hecho (sale fulano de tal DNI xxxx… entra mengano de tal DNI yyy….). Para las 13:30 hubo un cambio en el fiscal del FJE y nuevamente asenté una anotación similar (siempre hacía firmar a quienes intervenían y yo mismo). El fiscal del FJE iba a votar a otra escuela, a cinco cuadras, y de paso almorzó algo, regresando para las 14:00. Nuevamente asenté la entrada y salida…. llegué a pensar que esas salidas y entradas se parecían a un DT intercambiando jugadores en un partido de fútbol.

Había DNIs y DNIes…. y Libretas de Enrolamiento (LE). Algunos documentos estaban impecables, nuevitos. Personas jóvenes y adultas ostentaban los DNI Ejemplar A, pero también había DNI originales en buen estado, DNI duplicados, triplicados, cuadruplicados, quintuplicados, sextuplicados y hasta septuplicados. ¿Qué hay que hacer para sacar 7 DNI en el transcurso de una vida? Había DNI lavados (fue frecuente el caso de “mi vieja lo puso en el lavarropas”, sí, como no, ¿acaso nuestras madres no nos dicen “nene, revisa los bolsillos” al dejar la ropa sucia? ¿eh? ¿eh? :-), algunos DNI había que manejarlos con extremo cuidado porque si no se deshojaban o se desgranaban. Algunos protegían sus DNI o LE con protectores de plástico, cuerina o cuero, varios tenían el escudo de River Plate, otros de Boca Juniors. Había documentos viejos que estaban impecables. Todos los casos imaginables, hasta el septuplicado que para la próxima imagino necesitará el Ejemplar-A.

Hubo un viejito que vino a votar pero no pude dejarlo porque en el padrón decía DNID (DNI duplicado) y el DNI presentado era original y bastante gastado. Lo revisé de arriba a abajo, recorrí todas las hojas del documento y nada, era original y ni rastro que pudiera ser un ejemplar posterior al duplicado. Le pregunté si no tenía otro documento, pero me dijo que no. Así que tuve que decirle lo que pasaba y lo mandé a la Junta Electoral. Pero al ser una persona mayor, estaba exceptuado de votar. Lástima, alguien tan interesado que iba por opción y no pudo hacerlo. León Argentino se llama (recuerdo el apellido pero no lo voy a escribir aquí).

Dos personas más fueron a votar, pero no estaban en el padrón. Lo revisé, Alexis con el otro padrón lo revisó también y los dos fiscales también con sus propios padrones y no aparecían por ningún lado. Uno había hecho cambio de domicilio, el otro no sabía donde estaba parado. A ambos los derivé a la Junta Electoral. Uno de ellos no tenía idea de que en escuela debía votar y sólo apareció media hora antes de que cerraran los comicios. Comentó que iba a ver en otras dos escuelas si estaba allí…. ¡pero faltaban 30 minutos para el cierre! Yo le sugerí consultar el padrón en la Junta Electoral lo más rápido posible. Por supuesto, ¿a que no imaginan qué fue lo último que me pidió? La dirección de la Junta Electoral en Paraná. Ahora me doy cuenta que debería haberle dado el número de teléfono.

Otro caso fue el de un policía enviado a mi mesa para votar. Durante el curso para autoridades de mesa nos habían dicho que ni un juez ni comisario nos podían decir a nosotros que agregáramos a alguien al padrón en forma manual. Sólo en caso muy particulares, como fiscales de la mesa o personal de seguridad afectado al establecimiento donde se llevaba a cabo los comicios (y estos sólo si tenían domicilio en el distrito electoral, es decir, en Entre Ríos). Como decía: apareció un policía asignado al destacamento del Thompson, un barrio a pocas cuadras de la escuela donde estaba. Me dijo que lo había enviado el comisario a votar a esa escuela. Por supuesto, no votaba allí ni estaba afectado a la seguridad de los comicios (le pregunté) y no tuve más remedio que negarme a incorporarlo. Lo extraño del caso es que uno de sus argumentos para convencerme fue que el comisario había enviado a otros a votar allí y los habían aceptado. No sé, pero según las reglas vigentes, en mi mesa no iba a votar. Allí mando yo. Y no votó.

Para las 17:30 no quedaba nadie. Ya a esas alturas sólo firmaba de a tres sobres. Tuve oportunidad de comenzar a contar las personas en el padrón, pero me vi interrumpido por algún que otro elector que aparecía. Igualmente seguí controlando el padrón ya que todo estaba más calmado.

El procedimiento normal dicta que cuando una persona llega, se la buscaba en el padrón. Si la identificación estaba todo bien, se la dejaba pasar al cuarto oscuro entregándole el sobre para votar. Al salir se verificaba que el sobre estuviera firmado y después de emitir su voto se ponía en el padrón la palabra “VOTO”. En el curso nos dijeron que podíamos poner una marca. Yo adopté algo diferente: quien se identificaba y todo estaba bien, yo ponía una marca en el padrón. Al salir la persona escribía “voto”. Hacía doble marca y esto me permitió evitar olvidar marcar a alguno en el padrón. Más adelante volveré sobre este tema.

Faltaban pocos minutos, nada. 10 minutos antes de las 18 hs ya nadie venía, pero no podíamos empezar hasta que se cerrara la puerta de la escuela. Le pregunté a un oficial de prefectura que pasaba vigilando y me dijo que nos avisarían con la campana. Al rato suena el timbre de la escuela, y yo que esperaba el tañido de la campana. Hubo aplausos y apretones de manos.

Rompí el único sobre vacío firmado que quedaba y a partir de ese momento me pegué a la urna. Mientras los fiscales y Alexis entraban al cuarto oscuro para preparar las cosas, yo preparaba otras planillas en el pasillo, al lado de la urna. Uno de los fiscales había traído una tiza para escribir en el pizarrón. Tiza…. no, gracias. Encima había que borrar el pizarrón. Decidí utilizar la sugerencia que nos habían dado en el curso: despegar los afiches y escribir en el dorso de los mismos con la fibra. Alexis se encargó de despegarlos del pasillo y pegarlos al revés en el pizarrón. Le di la tarea de armar un cuadro con los partidos políticos que participaban para luego ir contabilizando los votos.

Me ayudaron a entrar el escritorio de la señorita (el que no tenía cajones útiles) con la urna encima (no le sacaba un ojo de encima) y dentro del aula terminé con el acta de clausura, la que hice firmar al vocal y fiscales de mesa presentes. Vinieron también algunos fiscales generales para ver, pero como no eran de mesa, no firmaron el acta.

Para hacer el acta de escrutinio necesitábamos saber cuantas personas habían venido a votar. Así que tomé mi padrón y hoja por hoja conté a quienes había marcado. Hoja por hoja también contaba el padrón de Alexis y comparaba el resultado por página. Entre ambos padrones tuve sólo tres diferencias:

  • una se debía a que yo no había escrito la palabra “voto”, pero como yo usaba el sistema de doble marca, lo tenía marcado como que ingresó al cuarto oscuro. Dado que sabía que todos los que habían entrado habían salido y depositado su sobre, sólo tuve que marcar “voto” y listo.
  • el otro caso era el señor León Argentino. Alexis lo había marcado (siempre marcaba antes de que entraran), pero yo no y le había puesto una anotación en la columna observación del padrón. Así que Alexis tuvo que enmendar su padrón y listo. El fiscal del FJE se acordaba de este caso y él sólo marcaba el padrón cuando la persona introducía el sobre en la urna, mientras que el de ACyS había cometido el mismo error de Alexis.
  • el tercer caso de diferencia era una persona que yo tenía marcada pero Alexis no. Este caso fue también muy raro ya que la persona se apellidaba Puntín y yo lo recordaba a la perfección. ¿Por qué? Era la única persona de ese apellido en el padrón y además, pensé en Vladímir Putín, el presidente de Rusia. Así que no hubo discusión en este punto.

La última hoja del padrón tenía también diferencias, pero lo sabíamos porque mientras yo había incorporado a cinco personas a mano – con huella digital incluída – Alexis no lo había echo. Él completó su padrón con esas cinco personas. La última hoja del padrón tuvo otra diferencia, pero esta vez ocurrió entre mi padrón y el de Alexis con los de los fiscales. Ellos contaban 16 personas en la última hoja, pero tanto Alexis como yo, en nuestros padrones teníamos 17 (estos números incluyen los cinco agregados a mano). Así que tuvieron que corregir sus padrones. Igualmente, entre los padrones del ACyS y el del FJE había diferencias en la cantidad de personas.

Yo había contado 290 electores presentes y esta cifra fue la que anoté en el acta de escrutinio. Luego abrí la urna con manifiesta ostentación (hablaba en voz alta, diciendo lo que hacía al mismo tiempo… para que todo quedara claro y los demás prestaran atención). Volqué los sobres sobre el escritorio y procedí a contarlos con la ayuda de Alexis. Total de sobres: 290. ¡Bien! Un temor que tenía era que no coincidiera el número de electores en actas con la cantidad de sobres. Pero todo salió perfecto, sin diferencias.

Rendido ante la evidencia, el fiscal por el ACyS se puso a comparar su padrón con el fiscal del FJE. En esa tarea insumieron unos minutos mientras yo preparaba el material que tenía que devolver y luego ordenaba los sobres para abrirlos (les di un poco de tiempo a los fiscales para que se pusieran de acuerdo entre ellos).

De 380 personas en el padrón, más 5 anotados manualmente, 385, votaron 290 (un lindo número redondo). Es decir, hubo aproximadamente un 75% de asistencia en mi mesa.

La siguiente tarea fue contar los votos y aquí confieso que fui lento, muy lento. En mi afán de hacer bien las cosas puse mucha atención y lo hacía lento. De chico me habían dicho una vez la frase “vísteme despacio que estoy apurado”. La había dicho Napoleón a quien lo ayudaba a vestirse, dando a entender que era preferible hacer algo lentamente pero hacerlo bien, en vez de apresurase y arriesgarse a repetirlo. Más tarde me enteré que algunos ponían en boca de Alejandro Magno esa frase. No importa quien lo dijo, yo no quería repetir el conteo ni la verificación. Pero reconozco que podría haberlo hecho un poco más rápido y faltando aún más de la mitad de los votos, aceleré el conteo.

Mi procedimiento fue el siguiente: tomé las boletas oficializadas enviadas por el correo y selladas – eran boletas no válidas y sólo servían como modelo de las que debían estar en el cuarto oscuro. Puse una al lado de la otra, en orden numérico creciente en una mesa. En otra estaban los sobres y procedí con:

  • tomar un sobre
  • verificar que estuviera firmado
  • abrirlo: Si estaba abierto, simplemente sacaba la boleta, miraba que no hubiera nada más dentro. Si estaba cerrado, maldecía mentalmente al votante que lo había cerrado (¡no hay necesidad de cerrar el sobre utilizando saliva, agua o pegamento!), ponía el sobre a trasluz, lo golpeaba si era necesario para mover su contenido, y lo abría rompiéndolo con cuidado de no romper el contenido ni romper las firmas del frente.
  • miraba la boleta con las oficializadas
  • anunciaba el número de lista en voz alta
  • Alexis ponía un palito con la fibra en el afiche del pizarrón, en la columna correspondiente al partido
  • yo mostraba la boleta y el sobre al público presente
  • volvía a guardar la boleta dentro del sobre
  • y ponía el sobre frente a la boleta oficializada en la otra mesa

Era un procedimiento lento, ¿no? Digamos que fue la única ocasión en que los fiscales estaban un tanto disgustados por lo lento que iba.

De esta forma habré escrutado alrededor de un tercio de los votos cuando entra un fiscal general y nos informa que las demás mesas ya habían terminado. ¡Up! Entonces me da una sugerencia que acepto a medias: “separar las boletas de los sobres y con la ayuda de los fiscales de mesa contar los votos”. Yo no quería separar las boletas de sus sobres (debería consultar si es posible), y mucho menos quería que los fiscales metieran mano: ellos sólo observan. Así que me quedé con una opción intermedia:

  • tomar un sobre
  • verificar que estuviera firmado
  • abrirlo (con los mismos considerandos anteriores)
  • retiraba la boleta y ponía el sobre detrás
  • amontonaba el sobre y la boleta frente a la boleta oficializadas
  • mientras anunciaba en voz alta la lista
  • Alexis ponía un palito con la fibra en el afiche del pizarrón, en la columna correspondiente al partido

Es decir, ya no mostraba la boleta ni el sobre al público en alto (que los fiscales estiraran el cuello para verlas), no me detenía mucho en ver que fuera una oficializada (casi lo hacía simultáneamente cuando la acomodaba) y lo más importante: no la volvía a meter en el sobre.

Hubo algunos casos especiales en los que me detuve: votos nulos y blancos. Los votos blanco eran fáciles ya que el sobre estaba vacío. El primer voto nulo tenía un recorte de una revista, dos tenían boletas de diferentes partidos hechas pedacitos, y dos más tenían boletas de diferentes partidos (uno hasta tenía tres boletas diferentes). Otro caso especial era una boleta del ACyS que estaba rota en cuatro pedazos, pero estaban todos los pedazos. Pregunté a los fiscales si no deseaban recurrir el voto y todos estuvimos de acuerdo en aceptarlo tal como estaba. A esta boleta la volví a introducir en el sobre.

Luego fue cuestión de contar los palitos, sumar todo y… 289! ¡Maldición! ¿qué pasó? Mientras Alexis contaba palitos y sumaba, yo había ido contando los montones de boletas y sobres frente a cada boleta oficializada, comenzando por los partidos que tenían menos votos. No quería contar el FJE, ni el ACyS ni el PRO, quienes más tenían. Así que cuando surgió la diferencia, yo ya tenía controladas y verificadas las cantidades de los partidos chicos. Alexis recontó los palitos para el PRO (eran los terceros en cantidad de votos en mi mesa) y mientras él obtuvo una nueva cifra, de 37 pasó a 38, yo conté 38 boletas (y sobres) para el PRO. Ahí estaba la diferencia de 1 y listo. Todo cerró maravillosamente bien.

Completé el acta de escrutinio, llené el telegrama (que entregué de inmediato al empleado del correo que estaba esperando), los certificados para los partidos, entregué la documentación, firmamos actas. Fajé la urna, firmamos la faja con el vocal y fiscales y precedí a entregar la urna, sobres con las actas y material sobrante al empleado del correo que había regresado luego de enviar el telegrama por medio del fax.

A las 8:30 ya todo había terminado. Los fiscales se habían retirado unos minutos antes (después de fajar la urna). Yo estaba en la puerta y me despedí de mi vocal, Alexis, el personal del correo presente y personal de seguridad.

Lloviznaba y llamé a mi viejo a ver si me venía a buscar. No quería caminar seis cuadras bajo la llovizna y encima cuatro de esas cuadras eran cuesta arriba… y estaba muy cansado. Terminé agotado y al llegar a casa, disfruté de un exquisito asado recalentado.

Por suerte era una elección de boleta única y no había corte de boletas. ¿Se imaginan a qué hora hubiera terminado de ser más complicada la elección? 🙁

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