Empezaba el año 1998 y hacia fines de Enero recibo una llamada telefónica en mi oficina. Una señora al otro lado del teléfono me informa que fui uno de los afortunados ganadores de un viaje a Francia para dos personas, alojamiento, pensión completa, pasajes de avión Paraná-Bs.As (ida y vuelta) y pasajes de tren. Todo pago!!! además de las entradas para ver dos partidos de la Selección: Argentina-Jamaica y Argentina-Croacia. Previnter, mi AFJP por aquella época y que ya no existe puesto que se fusionó no recuerdo con quien, era quien organizaba el sorteo entre sus afiliados.
No lo podía creer. No sabía que pensar y le pedí a esta señora su número telefónico, nombre y cargo (atontado, lo había olvidado). Luego de verificarlo llamando a la AFJP, la realidad me golpeó de lleno y sí, era real. Además, ellos se comunicaron con mi jefe de personal y también le avisaron de mi suerte. La cosa venía seria: era algo serio. Y por si fuera poco, a mi casa se acercó la persona que me afilió para felicitarme.
Y bueno…. vamos a viajar. Enseguida pensé en mi viejo para llevarlo. Pero…. ninguno tenía pasaporte y en mi caso particular, mi DNI era un desastre.
Por una cuestión de acelerar los trámites viajé a la Capital Federal con mi viejo para gestionar el pasaporte y allí me dijeron que también debía renovar mi lamentable documento. Fueron $75 por cabeza para sacar el pasaporte en un trámite bastante automatizado que nos llevó media mañana. Hay que ir temprano porque se forma una cola considerable. En un día se iniciaron los trámites, la conclusión de los mismos llevaría bastante más tiempo (como todo trámite burocrático en este ispa).
Pasaron los días y estábamos en Junio. OCA hacia varios días que había entregado el pasaporte de mi viejo en casa, pero ¿y el mío? Sufría, sufría… a diario llamaba a la Policía Federal y a OCA para saber por donde andaba mi pasaporte. Tenía un número de trámite, así que se suponía que sería fácil seguirlo…. pero no, no fue así.
Faltando dos días para la partida (salíamos un viernes 19) me fui con mi viejo a Buenos Aires con pistola en mano (bue, no era tan así). Teníamos los pasajes de avión «Paraná-Buenos Aires», parte del premio, pero eran para el jueves 18. Así que viajamos en colectivo el miércoles, junto con gente que iba hasta Once por un tour de compras. Los pasajes de avión los cambiaría más tarde por otros (esa es otra historia pero pueden tranquilizarse ya que no fueron desaprovechados).
Recorrer una oficina del registro civil, por calle Rivadavia, próxima a Florida, fue el paseo del día. Allí me hicieron en tiempo record mi DNI y esa misma tarde me lo entregaron. Andar por los amplios pasillos de la sección documentación de la Federal, en calle Azopardo, fue otro recorrido turístico. La gente de Previnter, la AFJP, también dio una mano pero recién en la mañana del viernes me dieron un precioso pasaporte del Mercosur. Ya podía volar a Francia esa tarde!!!
El vuelo fue tranquilo. Es pesado viajar como 12 horas sentados. Alitalia no tenía baños muy limpios, pero era un avión cargado de hinchas y quizás se le pueda perdonar la higiene… sólo un poquito. En la foto acababa de darle un pequeño codazo a mi viejo para despertarlo (sorry papá).
Salimos de Ezeiza ese viernes, junto con el grupo de ganadores de la AFJP. Era un grupo heterogéneo llegado desde varios puntos del país. Llegamos a Roma el sábado y allí el grupo se dividió ya que para volar a París no podíamos hacerlo todos en el mismo vuelo. Mientras mi viejo se iba a París, yo me deleité recorriendo libremente el alfombrado aeropuerto de Roma – eso me llamó la atención – en una espera de aproximadamente una hora. Me quedé con las ganas de salir a dar una vuelta por la ciudad, pero los tiempos no nos daban (además de no estar seguro que si salía, podría volver a entrar). Por puro gusto, hice sellar mi pasaporte (algo así como para decir «César estuvo aquí»). Los carabineris fueron gentiles en hacerlo, pero lo hicieron con tinta invisible 🙁
Llegamos a París al mediodía del sábado. El Aeropuerto Charles de Gaulle es enorme. Nos reunimos con el resto del grupo que había llegado antes y todos en un colectivo viajamos al hotel. Esa misma tarde, sin descansar, con mi viejo nos tomamos el subterráneo y salimos rumbo al Teatro de la Opera. Caminamos por los boulevares parisinos hasta llegar a la Plaza de la Concordia y de allí, por la Avenida de los Campos Eliseos, hasta el Arco de Triunfo. Para regresar tomamos otra avenida y ¡oh! ¡sorpresa! Nos encontramos con Gonzalo Bonadeo, el comentarista deportivo. Con él nos sacamos una foto. ¿Por qué no está aquí la foto? Porque parte de ese rollo se veló (maldita cámara) y se nota en la foto donde estoy con mi viejo sobre el Arco de Triunfo con la Torre Eiffel de fondo. ¡Qué bronca! Por suerte no todo se perdió. Fue una muy larga caminata y cansadora. El precio habríamos de pagarlo el domingo: nos levantamos muy tarde, cerca de las 10.
Salimos en dirección a Notre Dame en subterráneo (qué «silenciosos» los subterráneos, además de tener una red inmensa con varias decenas de líneas, cubren toda la ciudad).
Por ahí me veo subiendo una larga escalera caracol hacia lo alto de la torre de Notre Dame. Por más que me fijé, no pude ver al jorobado por ningún lado (chiste fácil, lo siento).
Los hinchas jamaiquinos andaban paseando, al igual que tantos otros, y horas antes del partido alégremente nos sacábamos fotos.
Los de la foto anterior eran de una localidad cercana a Kingston (no insistan, la morocha no me dio su teléfono).
A la izquierda está el colectivo que lleva a la selección de Jamaica. ¿No pueden verlos? Deberán confiar en mí. Los muchachos estaban vestidos de verde, negro y amarillo. El colectivo de la derecha es el de la Selección Nacional de Fútbol Argentina. Y sí, eran ellos vestidos de celeste y blanco.
Abajo está mi entrada al estadio del Parque de los Príncipes. Según me han dicho, queda próximo a las canchas de Roland Garros. También podrán apreciar un par de tomas del encuentro.
Todo el día fue una fiesta, no sólo antes del encuentro, sino también después. A los hinchas jamaiquinos no pareció molestarles el haber perdido 5 a 0.
Ignoro como será normalmente, pero en esos días del mundial el ambiente en París era una fiesta, con hinchas de todo el mundo, colores, banderas. Un festival en las calles. Es una ciudad bellísima, una de las Capitales del Mundo. No todo era fútbol.
Al día siguiente de ganar, un lunes de mucho sol, nos fuimos con mi viejo a visitar el Louvre. Llegamos hasta la Plaza de la Concordia y cuando pretendimos cruzar el Jardín de la Tullería, el mismo estaba cerrado. Un cartel decía que los trabajadores estaban en asamblea, lo que interpretamos por «huelga». No nos avivamos de rodear el parque y entrar por otro lado al museo, pero no importó. En el acto cambiamos el plan: nos fuimos a Versalles. Fue tomar un subterráneo y luego hacer un trasbordo hacia un tren.
Versalles…. hermosos edificios. Realmente es magnífico el palacio y sus parques son impresionantes: bosques, viveros, fuentes y lagos; además de pequeños edificios que surgen como sembrados descuidadamente en la floresta. El interior del edificio principal del palacio, lo que eran las habitaciones de la corte, el rey y la reina, todo muy alfombrado. Mucha tela en las cortinas, en el piso…. en las paredes. No se, me resulto todo muy «empalagoso». No viviría allí. Personalmente prefiero algo más áustero, más rústico y… más fácil de lavar. 😉
De regreso fuimos a la casa de un amigo, García, del barrio de mi viejo (del viejo barrio argentino de mi viejo, en Paraná; no del barrio parisino). Se quedaron hablando, hablando y hablando recordando viejos tiempos. Yo me las piqué y caminando visite por segunda vez Notre Dame de París (consejo: no caminen con zapatillas nuevas que no hayan probado). Exploré la zona alrededor de la catedral y volví en subte a lo de García… y no me perdí en ningún momento, es más, me sentía cómodo y seguro viajando por ahí. Luego alcanzaría nuevas alturas…
Y me vengo acercando a la Torre Eiffel…
…y como cerca estaba, pensé que sería un desperdicio si no subía sus 320 y pico metros de altura. García me prestó una video cámara. ¡Yo encantado! ¡Era la primera vez que tenía una cámara en la mano! Los días posteriores anduve gastando cinta filmando por todas partes. En fin, volviendo a esa tarde del Lunes, mi viejo y yo, guiados por García, llegamos rápidamente hasta los pies de la torre. Allí nos despedimos (hasta unos días después) y nosotros subimos. García no subió porque «ya lo había hecho muchas veces» (¡qué envidia!).
El resto de los días lo pasamos visitando varios lugares.
No podíamos no ir al Sagrado Corazón. Está en lo alto de Montmartre. Es una iglesia reciente, si por reciente entendemos el siglo XIX. Bastante oscura (oscura por falta de luz, no es que haya ningún misterio ni nada oculto). Otros paseos imperdibles son: viajar en barco por el Sena, visitar el Museo del Louvre, el Museo de Orsay, la tumba de Napoleón Bonaparte y recorrer los kioscos de revistas y viejos libros junto al río. Un día, con mi viejo, nos fuimos a un café sobre la avenida de los Campos Eliseos, otra experiencia que no puede faltar: sentarse en un café parisino.
Para ir finalizando, el viernes 26 jugábamos contra Croacia. Aquí hay dos instantáneas: la entrada y el estadio.
Los croatas sienten más el fútbol que los jamaiquinos. Con ellos no había fiesta. Al entrar al estadio ibámos más o menos mezclados, pero al salir, después de ganar 2 a 0 (o 2 a 1, no recuerdo bien) la separación era más evidente… y su silencio también.
El partido se desarrollaba en Bourdeos y tuvimos que tomar el TGV (Tren de Gran Velocidad). En ciertos tramos, este tren acelera a más de 300 km por hora (nos dieron un diploma para conmemorar el momento, un bon souvenir). Lamentablemente no tuvimos tiempo de visitar la ciudad. Fue llegar, almorzar con todo el contingente (un buen almuerzo ofrecido en un hotel y parte de la excursión), ir al estadio, volver del estadio y regresar a París. Apenas si pudimos recorrer la plaza histórica principal, ver por afuera su catedral gótica y nada más.
El día antes de regresar, visitamos por última vez a García. Nos regaló un VHS con las imágenes que había capturado con la cámara y nos invitaron a almorzar (estaba su señora y su madre, quien vivía en Neuquén y lo estaba visitando).
Tengo muchas más fotografías, y visitamos muchos más lugares, pero sería largo exponerlas aquí. Al dia siguiente partimos de regreso a Buenos Aires, nos despedimos del grupo y cada quien tomo su rumbo. Nuestro vuelo salía un poco tarde ese domingo hacia Paraná, así que recién al anochecer regresamos y al otro día…a trabajar.