15 octubre, 2008 · 10:58 pm
Cada vez que entraba en mi hogar,
él era el primero en recibirme.
Siempre atento, agitando la cola.
Nunca pude sorprenderlo.
Era un compañero, un amigo
un miembro más de la familia.
No era un can bonito,
pero nos profesaba gran cariño.
Era un cuidador, algo molesto
ladraba a conocidos y extraños,
aún estuvieran de paso.
Quizás eso fue lo que provocó
que hace un par de meses lo atacaran.
Quedó cojo de esa vez
y el veterinario casi estaba que lo sacrificaba.
Nunca supimos quien fue, que pasó, qué sucedió.
A duras penas caminaba.
Estaba medicado y con cariño lo tratábamos.
Hoy entré a casa y él primero allí estaba.
Siempre primero, aún estando cojo.
“Hola Negro” le dije
aunque para el resto de la familia
era “Niko” como lo llamaban.
Y alrededor de las 15 el destino dijo basta.
Fue sobre la hierba,
bajo la suave llovizna de una nube tardía,
que escapaba al sol que salía.
Y él se quedó dormido
para nunca más despertar. |
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Ho… pobre Negro.
Muy poético sobre todo el final, debo agregar.
Pobre negro! Los perros sin raza son lo más grande que hay!