¿Libros electrónicos? No, gracias.

Hace poco más de una semana Amazon puso a la venta un “nuevo dispositivo electrónico”: el Kindle. Se trata de un visualizador de libros electrónicos o e-book. No es el primero que sale al mercado, ni tampoco será el último. Al poco tiempo la red se pobló de referencias a dicho dispositivo, ya sea a favor o en contra, y quiero manifestar aquí mi parecer respecto a esta tecnología así como deseo ofrecer a ustedes una traducción de un post donde aparecen comentarios y citas de reconocidas personas, y los compara con los términos de licencia del Kindle. Una puesta en perspectiva.

¿Mi postura? En contra. Así, sin anestesia ni titubeos. Sí, reconozco que he leído algunos libros en la pantalla de algún monitor: “Fundación y Tierra” de Asimov, varios de Douglas Adams y toda la serie de Harry Potter entre ellos. Ya sea porque no se consiguen en las librerías o su precio es comercialmente excesivo, sí, he hecho uso de la pantalla en esos casos y son excepciones. Pero de ahí a apoyar dispositivos específicos para esas tareas… no, gracias.

Yo aprecio sostener entre mis manos un libro: su textura, su aroma… aunque me disgusta su peso (principalmente si tengo que transportar varios) y el espacio que ocupa en mi biblioteca (la que está algo saturada… necesito otro mueble 🙁 ). Pero se gana mucho al poder utilizar una vieja tecnología que no requiere baterías para funcionar, es relativamente resistente a la humedad, puede llevarse a cualquier ambiente y no hay que tener muchos cuidados (sí, las páginas pueden arrancarse pero eso sucede accidentalmente, a menos que ocurra mediante un acto de vandalismo…hmm).

Un dispositivo electrónico requiere mayores cuidados: no golpearlo, no exponerlo al sol, no mojarlo… lo que significa que no se puede llevar al baño así como así (ojo con leerlo en la bañera, en medio de un baño de espuma). Además, no imagino que sea tan bio-degradable como un libro. Su funcionamiento dependerá de la duración de las baterías y si nos quedamos sin energía no podremos acceder al contenido. ¿Se imaginan no poder leer un manual de sobrevivencia en medio de un bosque entre las montañas a kilómetros y kilómetros de la civilización… y del tomacorriente más cercano? (hay que tener mucha imaginación y si piensan que pueden quedar en medio de esta situación, mejor memoricen el manual).

Un ejemplo en este sentido lo da Ariel Torres, periodista del diario La Nación:

“Como he dicho en otra ocasión, un e-book puede contener el texto de la Biblia, es indudable. Pero no es la Biblia. ¿Por qué? ¿Acaso porque una Biblia no debería ser de plástico? ¿Porque no es correcto que tenga botones? No, no es por lo que al e-book le sobra, sino por lo que les falta a sus textos. Y lo que les falta es la independencia existencial de los objetos. Sólo basta imaginar lo que ocurriría si a una biblia electrónica se le agotaran las baterías en medio de la liturgia, o que su sistema operativo emitiera un sonoro mensaje de error fatal y se colgara en medio de una boda. Bueno, siempre se podrá tener un e-book de repuesto, ¿pero quién puede tenerle fe a una cosa que puede quedarse sin baterías? ”

¿Son los libros electrónicos, libros? O mejor dicho, esos aparatos que andan vendiendo y llaman libros electrónicos, ¿son libros? Pues parece que no, no lo son. Y el mismo artículo de Ariel Torres ofrece argumentos muy interesantes. Aunque no adhiero totalmente con lo que afirma en algún punto: yo sí espero que el libro esté entre nosotros por mucho tiempo y en esto coincido con Manuel Pimentel, escritor y editor español, quien dice «la palabra escrita sobre el papel es más avanzada tecnológicamente«. Volviendo a Torres, su análisis me parece muy bueno. Sin desperdicio. Y les recomiendo leer su nota.

El único motivo para usar un e-book, su mayor ventaja en mi opinión, sería para las personas ciegas. Ellas no pueden leer un texto impreso que no sea braile pero el dispositivo electrónico podría tener un botón «Talk» que permita hablar al texto y así escucharlo. La tecnología existe y Juanjo la había implementado en su blog (claro que para un ciego hacer click en el botón de una página web para comenzar a escuchar sería una tarea algo difícil para él, ejem… ¿será por eso que ya no está disponible?). Imagino que si el e-book tuviera semejante tecnología, con seguridad los términos de licencia restringirían su uso a que la persona deba estar sola en ese momento, sin que nadie más oiga el texto… hmmm…. Sin embargo, no encuentro la característica «talk» en el Kindle.

Y relacionado con la forma de ser usados y la licencia: ya hay muchas web que critican esos términos y hace poco en The Inquirer salió un articulo al respecto “Amazon Kindle: tragedia en seis actos”. ¿Imaginan que no puedan regalar o prestar un libro? ¿imaginan que el párrafo que hoy leen, mañana ya no sea el mismo? El artículo es breve y simplemente cita la web original, en inglés. Yo me tomé la libertad de traducirla – son mayormente citas – y ahora los dejo con esa traducción, pero antes de hacerlo: no, a mí no me venderán esas “agendas electrónicas hipertrofiadas” (y dicho sea de paso, es mejor tener una Palm y bajarse desde la red un libro en formato pdf, html… ¡y hasta doc! antes que comprar un Kindle u otro dispositivo similar)

EL FUTURO DE LA LECTURA (una pieza en seis actos)

ACTO I : El acto de comprar

Cuando alguien compra un libro, también compra el derecho a revender ese libro, a prestarlo, o incluso a regalarlo si lo desea. Cualquiera entiende esto.

Jeff Bezos, Open letter to Author’s Guild 2002

Usted no puede vender, alquilar, arrendar, distribuir, emitir, sublicenciar o ceder de ninguna otra manera ningún derecho al acceso a los contenidos digitales o de cualquier parte de ella a terceros, y usted no puede remover ninguna licencia o etiqueta sobre el acceso a los contenidos digitales. Además, usted no puede, ni deberá alentar, ayudar o autorizar a cualquier otra persona a ignorar, modificar, quitar o eludir las características de seguridad que protegen a los contenidos digitales.

Amazon, Kindle Terms of Service, 2007

ACTO II : El acto de regalar

«…cuando Lissa Lenz le pidió prestado su ordenador. El de ella se había estropeado, y a menos que pudiese usar otro reprobaría su proyecto de fin de trimestre. No había nadie a quien se atreviera a pedírselo, excepto Dan. Esto puso a Dan en un dilema. Tenía que ayudarle, pero si le prestaba su ordenador ella podría leer sus libros. Dejando de lado el riesgo de ir a la cárcel durante muchos años por dejar a otra persona leer sus libros, la simple idea le sorprendió al principio. Como a todo el mundo, se le había enseñado desde la escuela primaria que compartir libros era algo malo y desagradable…»

Richard Stallman, El Derecho a Leer

Usted no puede darlos como regalos y debido al restrictivo software antipiratería, tampoco puede prestarlo o revenderlo.

Newsweek, The Future of Reading

ACTO III : El acto de prestar

Como habrá leído en los periódicos de los últimos días, hemos sido criticados por los dirigentes de pequeñas, pero ruidosas organizaciones, porque vendemos libros usados en nuestro website. Este grupo (que, por cierto, es la misma organización que desde hace tiempo aboga por cargar un canon a las librerías públicas sobre los libros que prestan) alega que estamos dañando a la industria del libro y los autores por ofrecer libros usados a nuestros clientes.

Jeff Bezos, Open letter to Author’s Guild

Las bibliotecas, sin embargo, tienen que desarrollar procedimientos de préstamos para las versiones previas de e-books – como las cintas del filme «Misión Imposible», se evaporarían después del período de préstamo – y Bezos dice que él está abierto a la idea de que eventualmente se haga así con el Kindle.

Newsweek, The Future of Reading

ACTO IV : El acto de la lectura

«Constituía un terrible peligro pensar mientras se estaba en un sitio público o al alcance de la telepantalla. El detalle más pequeño podía traicionarle a uno. Un tic nervioso, una inconsciente mirada de inquietud, la costumbre de hablar con uno mismo entre dientes, todo lo que revelase la necesidad de ocultar algo. En todo caso, llevar en el rostro una expresión impropia (por ejemplo, parecer incrédulo cuando se anunciaba una victoria) constituía un acto punible. Incluso había una palabra para esto en neolengua: caracrimen»

George Orwell, “1984″, Libro Uno, Capítulo 5, página 74

El Software del Dispositivo proveerá a Amazon datos acerca de su Dispositivo y su interacción con el Servicio (tal como memoria disponible, tiempo de funcionamiento, archivos de registro y fuerza de la señal) y la información relacionada con el contenido de su Dispositivo y su uso (tal como marcador automático de la última página leída y contenido borrado desde el Dispositivo). Anotaciones, marcadores, notas, texto resaltado o similares marcas que pueda hacer en su Dispositivo y respaldado a través del Servicio.

Amazon, Kindle Terms of Service

ACTO V : El acto de recordar

«Diariamente y casi minuto por minuto, el pasado era puesto al día. De este modo, todas las predicciones hechas por el Partido resultaban acertadas según prueba documental. Toda la historia se convertía así en un palimpsesto, raspado y vuelto a escribir con toda la frecuencia necesaria…. También los libros eran recogidos y reescritos muchas veces y cuando se volvían a editar no se confesaba que se hubiera introducido modificación alguna»

George Orwell, “1984″, Libro uno, capítulo 4, página 50

Otro posible cambio: unido con los libros, la relación entre el autor y el libro sigue activa después de la compra. Los errores pueden ser corregidos inmediatamente. Las actualizaciones, no hay problema.

Newsweek, The Future of Readin

ACTO VI : El acto de aprender

Si ellos pueden de alguna manera alcanzar un acuerdo con los editores de libros de textos, puedo ver a una gran cantidad de estudiantes universitarios cambiar a esto. Pueden deshacerse de todos sus libros de textos y tener este único dispositivo electrónico.

Ankit Gupta

«La política de la universidad era que cualquier interferencia con sus métodos de control sobre el uso de los ordenadores era motivo para una acción disciplinaria. No importaba si se hubiera hecho o no algún daño, el delito era el hecho de dificultar el control. Se asumía que esto significaba que se estaba haciendo algo prohibido, y no necesitaban saber qué.

En general los estudiantes no eran expulsados por eso -no directamente-. En su lugar se les prohibía el acceso a los ordenadores de la universidad, lo que inevitablemente significaría reprobar todas sus asignaturas.»

Richard Stallman, El Derecho a Leer

Sus derechos bajo este Acuerdo terminarían automáticamente sin aviso por parte de Amazon si incumple con alguno de los términos de este Acuerdo. En caso de tal terminación, usted debe cesar todo uso del Software y Amazon puede revocar inmediatamente su acceso al Servicio o al Contenido Digital sin previo aviso y sin reembolso alguno.

Amazon, Kindle Terms of Service

4 comentarios

Archivado bajo Informática, Opinión

4 respuestas a ¿Libros electrónicos? No, gracias.

  1. Mariano

    Lo unico con lo que estoy de acuerdo es en la parte «romantica» (olerlo, doblarlo, ect). En la parte tecnologica los problemas que aun estan presentes, baterias, cansancio en la lectura, …. me imagino que son perfectamente solucionables. En cuanto a compartir es en lo que mas estoy en desacuerdo, es «mucho» mas factible compartir un libro electronico que uno en papel (si queres te mando unos 259 por mail 🙂 salvo que se impongan ridiculas reestricciones a la libertad que de hecho el libro en papel tambien adolece.

    Polemicamente saludos 🙂

  2. Justo la opinion de mariano es la que queria leer. Esto de acuerdo tambien con la parte romantica, por la parte BATERIA, se le podria adaptar un cargador solar. Con esto quiero decir, le falta todavia varias cosas a los e-book, para ser otra herramienta de lectura.
    Esta charla ya la tuvimos con mariano, y un amigo hace varios años (creo que 3), y yo por lo menos llegue a una conclusion en ese momento: «Nunca podra reemplazar el libro, pero sera una herramienta muy util para tener a tu alcanza, toda tu biblioteca»

  3. Mariano:
    No tengo ninguna duda que las restricciones tecnológicas serán superadas. Están trabajando en baterías que duren 30 años.
    En lo que hace a la ley: podrías compartir un libro electrónico pero estarías cometiendo un acto ilegal (¿leíste los términos de la licencia?). No es ilegal prestar a tu amigo un libro físico, ya que si lees el copyright, aún no lo prohíben (si prohíben fotocopiarlo, por ejemplo… quien se sienta libre de culpa, que tire la primera piedra). Respecto al préstamo: te cuento que en España hay grupos de presión – que no responden al interés público – que quieren que las bibliotecas públicas cobren por prestar libros, algo que me parece una barbaridad…. ya veremos que pasa.
    Gracias por los 259 pero te pasaría otro buzón de correo a dónde enviarlos, quizás podamos intercambiar bibliotecas electrónicas 😀

  4. claudio

    Al margen de los inconvenientes comentados, hay al menos dos mas:
    1. la obsolecencia del soft y hard–>el soft y hard cambia rapidamente y formatos viejos no pueden leerse debido a incompatibilidad. Puedo leer un libro de 70 años de mi abuelo, pero no apostaria que dentro de 10 años pueda leer un e-book comprado hoy.
    2. Si la compañia quiebra o decide dejar de fabricar, perdes el acceso a tus libros cuando tu hard se rompa.

    La unica posible ventaja es que seguramente va a haber un camino pirata entre los e-books y los torrents, lo que ahorra en escaneo y tipeo 🙂

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *