Aquí inicia la última parte de las crónicas de mi viaje a Buenos Aires para participar de la CafeConf 2007. También fue el último día de esta serie de conferencias.
Me acosté temprano, ergo, desperté temprano. A las 5:49 ya estaba con los ojos abiertos y sin nada mejor que hacer, tomo la notebook para comenzar a escribir. Pero se me pasa volando el tiempo y después de las 7 decido salir al salón común del hostel para no molestar a Gonzalo, quien habiendo regresado a las 3, seguía durmiendo (igualmente le dejé puesto el despertador para las 9).
Así que entré al salón y seguí allí un buen rato más mientras el amanecer despuntaba prometedor. Al rato caen un par de huéspedes a los que deseé buenos días y para las 9:15 regresé al cuarto. Gonzalo ya estaba casi listo, terminamos de empacar – pues dejaríamos la habitación – y llamé a Mariano para coordinar dónde nos encontraríamos con el colectivo para dejar allí los bolsos: mala noticia, el colectivo estaba roto (atado con alambres, ¿recuerdan?). Así que pensamos que podríamos dejar los bolsos en algún stand (el de PyAr era candidato, estoy pensando que estaría bueno tener en próximos eventos un área destinada a depósito de equipajes 😉 ).
Desayunamos antes de salir y luego hice algo que no había hecho el día anterior: exploré el hostel. Era una construcción vieja, antigua como casi todas las de San Telmo. La sala común contiene una gran mesa redonda, un área con sillones y sofá, un enorme televisor y dos cocinas. Subí por una escalera y llegué a un bar, tipo discoteca, donde había una barra, taburetes, sillones y un equipo de música con un cartel que decía: “no apagar”. Al lado había otra sala con una mesa de pool, un metegol y un fliper y una puerta daba acceso a otra sala de uso de común, con sofás y almohadones en el piso. En general, todo era un lindo ambiente, aunque la apariencia general del hostel era algo abandonada. Podría mejorarse.
Finalmente abandonamos las instalaciones y caminamos cargados hacia la UADE, a sólo 6 cuadras, y llegamos poco antes de las 10. Pero nos agarró una cola que nos demoró al ingresar y es que la seguridad estaba más estricta y debíamos registrar en un formulario los equipos electrónicos (me tocó el formulario 78, ¿cómo habrá salido en la quiniela? hmmm..). Y fue mientras hacíamos cola que el resto del grupo de la UTN llegó en diferentes taxis. Llegamos al stand de PyAr y después de preguntar, Gonzalo y yo dejamos nuestros bolsos allí.
Faltaba como media hora para el inicio de la charla “PyWeek, un juego en 7 días”, de Alejandro J. Cura y Daniel Moisset. Me fui a un área de cafetería en el primer subsuelo, frente al miniauditorio, y allí atendí los correos del día mientras se me ocurrió una idea para un futuro post en el blog. Al rato caen Alecu, Dave y Mariano, quienes comienzan a coordinar cómo llevarían la disertación. Sobre la hora sale la gente de la charla anterior y éramos varios los que estábamos fuera esperando entrar. Como estaría filmando, entregué mi cámara digital a Juan pidiéndole que saque fotos sin preocupación (con un 1 GB de capacidad y batería cargada, ¿quién se preocupa por el espacio en memoria?). Dejé la mochila con la notebook junto con la de Alecu, al lado del proyector y me ubiqué en una buena posición para filmar. Rápidamente el miniauditorio se llena y durante el transcurso de la charla seguía cayendo gente. Pero las cosas comenzaron a retrasarse y el problema fue el proyector: rigor mortis.
Para peor, la charla siguiente, en el cuarto piso, sería la de Facundo y Lucio ¡por qué poner dos charlas interesantes en horarios contiguos??! arggg…. 🙂 Consciente de esto, Alecu decide comenzar mientras el personal de la CafeConf intenta dar respiración boca a boca al aparato. Así se inicia la charla escuchando la marcha Aurora del juego desarrollado por uno de los equipos de Córdoba (el de Daniel). Alecu sostenía en alto la notebook y había que tener ojo de lince para que los del fondo vieran la pequeña pantalla. Mientras tanto, el proyector fue reemplazado y finalmente las cosas comenzaron a normalizarse, o casi. Hubo otro pequeño inconveniente: las luces del miniauditorio no dejaban ver bien el telón y no hubo forma de apagarlas. Varias personas lo intentaron, incluso le hice señas a uno de los colaboradores de la CafeConf para que apagaran las luces y nada, nadie sabía donde estaba el interruptor. Así que con la pantalla “diluida”, se veía lo que se podía.
Alecu y Daniel mostraron algunos juegos y contaron cómo era la dinámica de la competencia. Fue la segunda vez que presenciaba la charla y la estaba filmando, porque había un elemento extra, distintivo, diferente a las anteriores: Twisted Zombi.
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Así que filmé la breve intervención de Mariano quien a último momento arrastró a Manuel que estaba con una cara….. es que luego me enteraría que varios miembros del equipo de la UTN llegaron mucho después de las 3 de la matina a sus camitas. |
En fin, seguí filmando hasta donde pude porque la charla amenazaba con continuar más allá de su hora de finalización y entonces corté, lo dejé a Mariano con mi mochila conteniendo la notebook y me fui disparado al cuarto piso.
A las 12 comenzaba la charla con el sugerente título “Python más rápido que C”. Facundo Batista y Lucio Torres serían los polémicos disertantes. Había mucha expectativa y los programadores Python y C andaban pululando en el ambiente (nacionales e internacionales). | ![]() |
Y con cinco minutos de retraso dio inicio la exposición de los diferentes tests llevados a cabo por Lucio y Facundo, mostrando tablas y gráficos con datos estadísticos como cantidades de líneas de código y tiempos de ejecución. Rindieron su informe. Mientras tanto más y más gente llegaba retrasada y éramos tanto que comenzaron a sentarse en el pasillo central, quedarse de pie al fondo….quedó chica el aula. En eso veo que entra Mariano sin la mochila con mi notebook y entro a preocuparme. Como se sentó adelante, en el suelo, y no podía andar gritando, mientras con una mano filmaba, con la otra digitaba un mensaje con el celular: “y mi mochila?”. Así me vengo a enterar que la tenía Pablo y me quedé un poco más tranquilo. Sigamos con la charla, ¿cuento o no cuento las conclusiones? Hmmm, quien no quiera saberlo, que salte al siguiente párrafo. La cuestión es la siguiente: C es más rápido en ejecución que Python, pero en la mayoría de las veces los tiempos de Python se aproximan a los de C, principalmente si es que hay que hacer cálculos muy grandes. Como además Python es más rápido para programar que C, los “beneficios” de velocidad de C no son tantos y entonces Python sale ganando, por lo tanto, conviene programar en Python. Y si por casualidad una parte de tu código requiere mayor velocidad, entonces y sólo entonces, optimizas esa parte de tu código escribiendo una extensión en C, dejando el resto del código en Python (esto último lo he escuchado varias veces). ¡Aplausos! Fue una pena que tuviera que cambiar la cinta apenas 10 minutos iniciada la charla, así que perdí un par de slides, algunos pocos comentarios y un buen chiste, pero la sustancia está completa.
Todo finalizó exitosamente y se me acercó Luciano Rossi, colaborador de la CafeConf, para pedirme el video para cuando lo digitalizara. A la salida recuperé la mochila y también recuperé la cámara digital. Me encontré con Pablo Zilliani a un lado a quien debía algo de cuando estuvo en Santa Fe: le hice entrega oficial del certificado de asistencia a la 2da Jornada Python.

Descendí al subsuelo y me encontré con otros miembros del LUGLi: Gastón, César Díaz y Esteban. Todos ellos son conversos de Ruby. ¿Qué se le va hacer? Hay tanta gente equivocada y ¿quién soy yo para iluminar sus caminos? :-). Nos sacamos algunas fotos y yo seguí viaje. También me crucé con gente del LUG Oro Verde: Germán y Adrián, entre otros (aunque no recuerdo bien si los vi el día anterior o este mismo día, me crucé con tanta gente conocida y las caras y nombres se me cruzan en la mente)
Regresé al stand de PyAr que estaba desierto. Me instalé en una esquina de la mesa y al rato aparece Alecu quien dispuso las OLPC como vendedor de feria y atrajo gente como la miel a las moscas. En eso cae un vago con un CD conteniendo una versión booteable de uno de los tantos sabores de Ubuntu, queriendo bootear con el mismo y buscaba donde hacerlo. Lo extraño era que se trataba de una grabación que yo había encontrado abandonada sobre una silla cuando me ubiqué en el stand (y que discretamente dejé a un lado). Por desconfianza no le ofrecí mi máquina para bootear. También apareció otro personaje con una OLPC propia, hmm, quien se promocionó con Alecu e hicieron un pequeña filmación. El vago insistía en decir “somos tecnología”, mientras Alecu recalcaba “somos comunidad”. ¡Se ve cada cosa estando en un stand!
El siguiente en desfilar fue alguien que buscaba grabar una versión de Feisty Fawn. El stand de Ubuntu estaba al lado, pero dio la casualidad que cayó conmigo y con que yo contaba con la imagen ISO en mi disco y entonces me ofrecí a grabárselo, no sin antes preguntarle dos veces si realmente quería hacerlo ya que Ubuntu 7.10 está a la vuelta de la esquina. Me dio el CD, comencé la grabación y hablábamos de Ubuntu, tarjetas de video, inalámbricas y winmodem. Finalizada la grabación inicié con el CD y le estuve mostrando gparted, herramienta que debería llegar a utilizar (tuvo un caso raro de una máquina que le vendieron con linux preinstalado y lo perdió al poner un Windows XP y luego jugar con las particiones). Cliente satisfecho. A continuación probé conectarme a la red wifi porque alguien del stand de Ubuntu me preguntó si podía conectarme. Andaba lentísima y me dijeron que de a ratos así se comportaba (supongo que más de un cronista estaba subiendo fotos a su web site). A todo esto nos pusimos más o menos de acuerdo con Alecu para ir a comer.
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Con todo lo anterior, se me pasó la hora para ir a la charla de Bazaar. “Bazaar (sistema de control de versiones)”, de Martín Albisetti. Prometía ser interesante. Esta es una aplicación escrita en python, detalle que había olvidado y me hizo recordar Mariano |
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Volviendo a lo mío: en el cuarto piso asistí a la charla debate “¡Liberemos las universidades!”, conducida por Franco Iacomella y Matías Capeletto. Más que una charla fue una continuación de la primera reunión celebrada en las 7mas Jornadas Regionales de Córdoba, reunión que me perdí por asistir a otra charla en otro edificio. |
Los asistentes éramos estudiantes y profesores de diferentes universidades, públicas y privadas. La propuesta es llevar el software libre a las universidades. Se me ocurrió pensar lo que dijo Enrique Chaparro el día anterior, lo de no obligar al Estado a usar software libre, lograr la declaración de neutralidad tecnológica. ¿Aplicaría para este caso? Lo bueno sería que las universidades sean tecnológicamente neutrales y no, como se hace hoy, que firman convenios con, por ejemplo, Microsoft, para la donación de laboratorios o licencias. Esto es una trampa al software libre, una de tantas que los lobos nos tienden (remitiéndonos otra vez a la charla del día anterior de Chaparro). El caso es que existe una lista de correo para suscribirse para que nos pongamos en contacto para compartir experiencias. Por ejemplo, si una cátedra propone una aplicación propietaria, ver si existe alguna aplicación libre que pueda reemplazarla. Si alguna otra cátedra en otra casa de estudios ya resolvió este problema, listo, se tiene la solución. También la lista sirve para compartir estrategias, es decir, si una universidad ya hizo algún planteo para utilizar software libre, ver cómo lo hicieron y cómo les fue, para seguir sus pasos en otras unidades académicas. También se sugirió que al presentar un trabajo práctico o armar una clase, se utilice software libre. Así se compartieron varias ideas concretándose que la lista y un IRC serían los medios de comunicación. Ya veremos como avanza este proyecto en el futuro.
Y llegamos al final de la CafeConf 2007. La despedida sería en el Aula Magna. Al regresar al subsuelo vi que Alecu había ganado más adeptos al IceTowers.

El Aula Magna comenzó a llenarse de gente. Yo me quedé en el fondo para filmar todo el acto, mientras mis compañeros se desparramaban en diferentes butacas, por allí y por aquí. El inicio del fin estaba demorándose y Alecu comenzó a batir palmas, al poco tiempo todos le siguieron y finalmente el acto comenzó con Leito disfrazado de ¡pinguino! Fue saltando de una punta a otra del escenario y perdió una pata, la que luego le alcanzaron. Fue muy cómico. Uno a uno comenzó a llamar a todos los colaboradores de la CafeConf, quienes recibían sus aplausos. Palabras más, palabra menos, comenzaron los sorteos. Previamente los colaboradores habían estado repartiendo números (me tocó el 298, el más cercano que salió creo que fue el 291). El sorteo fue bastante rápido y no pude dejar de sentir que el cierre se apresuró. Sortearon varios libros, incluyendo muchos de Ruby (aquí estuvieron flojos los seguidores de Python, ¿eh?). Al final regalaron gorros y remeras tirándolos a la multitud (nota mental: el año que viene conviene sentarse cerca del escenario). Y así, entre pitos y flauta, bombos y platillos, la CafeConf 2007 concluyó.
Comencé a despedirme de los que pude encontrar. Facundo y Mónica (su señora), Dave, Federico Heinz, Karucha y otros más. Se me perdió Alecu, no pude encontrarlo, pero tampoco podía demorarme porque todos los de la UTN debíamos encontrarnos fuera de la UADE. Pensaba que estaría esperando el colectivo.
Y la salida fue más difícil de lo esperado: todos los que teníamos equipos eléctronicos tuvimos que formar fila para firmar el formulario donde los habíamos registrado. Y la cola era larga, daba vueltas por la escalera descendiendo algunos pisos. No se podía escapar tan rápido y me tocó hacerla, mientras quienes no llevaban nada salían más fácilmente.
Salí a la fresca noche porteña y los UTNeros nos concentramos fuera. Y aquí hubo una breve polémica porque algunos queríamos irnos de inmediato mientras otros querían buscar un lugar donde cenar. Así que democráticamente se votó a mano alzada para ver cuál postura se seguiría y ganó la de irse lo antes posible. Ya comeríamos algo en el camino. Decididos, llamaron al colectivo, el que ya estaba arreglado y cargado con los bolsos (los choferes habían pasado antes por el albergue). Poco después partimos de la Capital Federal.
El regreso a Santa Fe
Fue muy conversado el inicio del viaje, como todo viaje que recién se inicia (¿no había dicho ya algo parecido? 😉 ). Una discusión que se planteó y llevó bastante era la de Mariano insistiendo que debían enseñar Python desde el principio en la facultad y quitar la enseñanza de C y lo que era manejo de punteros. Gonzalo, Federico (nuestro profe) y yo estábamos en contra de esa postura. Creemos que enseñar cómo funcionan las cosas internamente es algo esencial para comprenderlas. Ya los lenguajes de más alto nivel, como Python, nos facilitarán la tarea de la programación, pero debemos comprender cómo trabajan las cosas. Federico veía difícil introducir Python porque sencillamente no había tiempo y una alternativa sería ofrecerla como optativa en tercero, así como actualmente están las de Java y C++. También se habló de las cátedras que estaban sobrando, las que no aportaban nada y las de docentes que no ayudaban en cátedras troncales a la carrera. En fin, algunos imaginarán de quienes hablamos.
Los choferes decidieron hacer un alto cerca de Campana y allí comimos algo. Yo me proveí de una botella de litro y medio de agua para el viaje, lo que no resultó ser un error. Seguimos varios kilómetros y no conciliaba el sueño. Así que tomé la notebook y en el silencioso y oscuro colectivo comencé a tipear. Pasa el tiempo y en un momento el chofer recibe una llamada faltando unos 200 kilómetros para llegar a Rosario. Fue breve. Pero faltando aproximadamente 164 kilómetros recibe otra llamada y el tipo estuvo sus buenos ¡casi 10 minutos hablando mientras conducía, lo pasaban y pasaba a otros vehículos! Irresponsable. En la autopista Rosario-Santa Fe hicimos un breve alto en la YPF a unos 126 kilómetros de Santa Fe, y luego, en la siguiente YPF, otro alto para cargar combustible.
Llegamos alrededor de las 2 de la mañana a Santa Fe y descendiendo en la terminal, dos despedimos unos a otros partiendo a nuestros hogares. Un grupo caminó hasta la casa de Pablo, incluyéndome, y mientras planeaban salir a dar una vuelta por los boliches, yo estaba pidiendo un remise para llegar a mi departamento.
Y eso fue todo. Aquí llegamos al fin de la crónica de este viaje a la CafeConf. Con suerte repetiremos el viaje el año que viene cuando se aúnan la CafeConf con las 8vas Jornadas Regionales de Software Libre. Este será un gran evento, algo enorme y para no perdérselo.
¡A ir preparando las valijas!