Hace unos días pasamos fríos extremos que pocas veces habíamos sufrido. Nevó en varios lugares del país donde hacía décadas que no se veía nieve y el gobierno comenzó a poner una serie de restricciones al consumo de energía a las empresas, para privilegiar el consumo en los hogares. ¡Ya quisiera yo que el segundo principio de la termodinámica no se aplicara en algunos casos! La energía se degrada y es que un miércoles le presté a Marisú el cargador de mi celular y tuve que sobrevivir una semana.
Casualmente ese miércoles había cargado mi celular y contaba con carga completa al momento de prestar el cargador. Marisú me lo devolvería al día siguiente pero por una circunstancia imprevista me vi obligado a viajar a Paraná. Ella, con Juanjo y el resto de la familia se irían al día siguiente con su familia y estarían todo el largo fin de semana en La Plata; pero yo no regresaría a Santa Fe hasta el martes….. ¿qué hacer?
Fue hora de implementar algunas medidas extremas a las que habitualmente aplico:
- apagado automático. Esta función está implementada desde poco después de comprar el celular y puntualmente el dispositivo se apaga todas las noches a las 0 hs. No intenten llamarme ni enviarme mensajes por la madrugada 😉
- quitar el despertador: dado el punto 1, ¿cómo lo enciendo a la mañana? se preguntarán. El despertador no sólo me saca de la cama sino que también me lleva a encender el aparato. A veces lo he desactivado antes, lo que me ha llevado a darme cuenta de que el celular estaba apagado recién al mediodía, pero en esta situación ha sido beneficioso para conservar la energía.
- quitar el vibrador: deshabilitarla. No es necesaria.
- quitar el sonido: hmm….. y sí, pero no lo hacía en todo momento y cada tanto miraba el celular. Los mensajes podía atenderlos (con algún retraso, sorry) y las llamadas perderlas (pero por suerte no se dio el caso).
- evitar usar el celular: consultar la hora, usar sus juegos, la agenda…. en fin, usar lo mínimo, o no usar directamente.
Tan mal no me fue con estas medidas ya que al miércoles siguiente, temprano por la mañana, Juanjo me devolvía el cargador cuando aún me quedaba apenas una mínima raya indicando la carga.
César, dejé un cargador extra en la casa de los viejos para los casos que nos olvidemos de cargar el cel en nuestras casas.
Bye