sobsesión

Ellos están ahí. Siempre. Firmes. Bajo el sol abrasador o sufriendo un frío polar. Aún bajo las peores tormentas, ellos están ahí. ¿Estoicos? Yo siempre paso junto a ellos. Dicen siempre lo mismo y los tres casi lo mismo. La mayoría de las veces los ignoro. Paso con los ojos cerrados, miro para otro lado. A veces estoy obligado a prestar atención, no puedo ignorarlos, y es entonces cuando me pongo nervioso.

Son tres. Uno es grande y está 50 decámetros antes de llegar. Lo miro una vez. Debo mirarlo dos. En mi cerebro, el lado derecho me dice algo. Sé que está equivocado, el lado izquierdo lo sabe. Una segunda mirada, pensativa, me confirma la razón y descarta la imaginación.

El segundo está a 10 decámetros de aquello que custodia. De aquello que anuncia. Ya estoy menos nervioso, curado del susto por el primero. Pero aún así lo miro con desconfianza. Finalmente, el último avisa que se llegó: “Estación de Pesaje”.

Siempre imagino que detengo el auto, cuando viajo en auto hacia Santa Fe. Me detengo – decía – en la banquina de la 168 junto a ellos y con un gran pincel, pintura negra y buen pulso, destaco la letra S. La remarco, la agrando. Y es que la palabra “peaje” me pone nervioso.

3 comentarios

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3 respuestas a sobsesión

  1. Je, je, je. Espero les agrade mi cuento y no contagiarles mi sobsesión a los choferes de la 168 🙂

  2. jajaja excelente César.
    Pero mirá que veo ese cartel a diario y varias veces dormido me hace mirar dos veces. Y doy un suspiro también al leer correctamente la S.

    El otro día al pasarlo por lo menos unos kilómetros me quedé pensando.. «será que el que lo escribió no lo notó como para sugerir cambiarlo?».

  3. Cesar

    Gracias Ignacio!!!
    Perteneces al reducido club de los que entendieron.

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