Mi mandato como presidente duró aproximadamente 15 horas y 17 minutos. Fue un día muy agitado este 23 de Octubre y comenzó temprano. Como de costumbre, hacia las 6:30 ya estaba levantado.
Faltando menos de cinco minutos para las 7:30 me presento en la escuela designada para presidir la mesa 142. Había bastante gente fuera y me disponía a esperar con ellos cuando sale un oficial de prefectura pidiendo por las autoridades de mesa presentes. Ahí entré, tomé posesión de la documentación y demás elementos, como también de mi vocal (suplente) quien justo llegaba. Entre los dos, cargando las bolsas, enfilamos para la mesa.
La Delegada Judicial ya había dejado preparado a medias el lugar. Habían tapado las ventanas y habían colgado alguna cartelería identificando el cuarto oscuro y la mesa correspondiente. Nos demoramos controlando los elementos, agregando alguna mesa fuera del cuarto oscuro para los fiscales de las diferentes fuerzas, colgando algunos carteles (yo hice un par adicional identificando la mesa 142 – había llevado hojas en blanco y fibra negra) y acomodando las boletas enviadas por el correo. Faltando unos diez minutos para las ocho, se presentaron cuatro fiscales: Frente para la Victoria (Cristina), Frente Entrerriano Federal (Busti), Unión-UCR (Alfonsín) y al cuarto no recuerdo que fuerza representaba, estuvo un rato y después lo promovieron al cargo de fiscal general. Entre todos terminamos los últimos detalles, procedí a llenar el acta de apertura correspondiente y finalmente largamos atendiendo a la gente hacia las 8:10 hs.
“Que firmo, que no firmo, no quiero firmar cuando vos no me dejas firmar….”
Todo se desenvolvía con normalidad hasta alrededor de las 9 hs cuando…. Retrocedamos algo y les comento un poco como procedo a manejar el tema de la emisión del sufragio: Yo adopté el criterio de firmar cinco sobres (en el curso de autoridad de mesa aconsejaban no más de esa cantidad) y los pasaba a los fiscales para que los firmaran. Ellos, sin protestar, firmaban los sobres, volvían los cinco. Yo los contaba y controlaba (en una ocasión tuve que destruir uno porque una fiscal había firmado dos veces el mismo sobre). Hacía participar a los fiscales con el asunto de la firma y con un ojo en la urna al momento de que depositaran el sobre, yo estaba atento a lo que metían dentro los votantes (la ranura estaba a la altura de mis ojos, a no más de 30 ó 40 cm). Una vez dentro de la urna, entregaba un sobre vacío al siguiente votante y mientras este entraba en el cuarto oscuro, yo sellaba y firmaba el DNI del votante anterior. Luego procedía a tomar los datos del siguiente votante y así sucesivamente. Creo que es un método bastante ágil.
Retomo la historia: se presenta un fiscal general del Frente Entrerriano Federal. Cuando vio que firmábamos de a cinco sobres puso el grito en el cielo. Me salió diciendo que la norma era firmar uno o dos. Francamente no me gustó su actitud intimidatoria y encararme así resulta ser contraproducente. Yo le dije que no recordaba haber visto eso escrito, que me mostrara esa norma y hasta tanto seguiría operando normalmente. Esta breve discusión llevó su minuto largo y la fila de votantes se hacía más larga. El fiscal general se retiró furibundo y yo continué con la operatoria que venía desarrollando desde hace dos presidencias…
Al rato regresa el pelado acompañado de una abogada que dijo ser abogada y fiscal general (ni una credencial me mostró, no se identificó). Me repitió la misma historia, yo repetí los mismos argumentos y le pedí el artículo correspondiente donde estuviera escrito lo que decían. Se fueron.
Al rato regresa ese fiscal general y realiza la suplencia de la fiscal de su partido en mi mesa. “Viene a hacer lío” pensé. Dicho y hecho. Al momento de pasar los sobres para la firma, no devuelve los “extras” y se niega a firmarlos. “De acuerdo”, le digo, “si no quieres firmarlos no los firmes, pero yo los entrego con las firmas de los restantes fiscales”. Hablando de los restantes fiscales: estaban todos de mi parte. El pelado se levantó y en tono altanero me dijo “ah, ¿no me dejás firmar?”, “por supuesto que puedes firmar si quieres, si no quieres no te voy a obligar”. Entonces dejó la suplencia retomando la pobre fiscal de su partido (quien no manifestó tener problemas en firmar de a cinco) su puesto y seguimos así un rato más. La cola de votantes se hacía más y más larga mientras seguíamos despachando la gente.
Entonces viene la fiscal con un impreso del código electoral. Me muestra el artículo 93. Lo leo y entonces yo saco mi copia del código electoral y busco el mismo artículo. Aquí lo transcribo:
“Art. 93: | Entrega del sobre al elector: Si la identidad no es impugnada el presidente entregará al elector un sobre abierto y vacío, firmado en el acto de su puño y letra, y lo invitará a pasar al cuarto oscuro a encerrar su voto en aquél. Los fiscales de los partidos políticos están facultados para firmar el sobre en la misma cara en que lo hizo el presidente del comicio y deberán asegurarse que el se va a depositar en la urna es el mismo que le fue entregado al elector. Si así lo resuelven, todos los fiscales de la mesa podrán firmar los sobres, siempre que no se ocasione un retardo manifiesto en la marcha del comicio. Cuando los fiscales firmen un sobre, estarán obligados a firmar varios, a los fines de evitar la identificación del votante.” |
Ok, yo podría haber dicho: “señores fiscales, para evitar retardos ustedes no firmarán los sobres”. Algo más que destacar: por la distancia a la que están sentados los fiscales de la urna, difícilmente pueden ver si introducen un sobre firmado o no. Mientras la abogada me señalaba el primer párrafo, yo le señalaba el último (y lo subrayé con la lapicera). El “varios” no especifica 2, 5, 10 o más…. Entonces comenzaron a negociar: “firmemos 3”. Luego de insistir con 5, bajé a 4. Ellos insistieron con 3; yo insistí con 4. No nos pusimos de acuerdo y yo continué con 5.
Mientras… la gente esperaba y los restantes fiscales seguían de acuerdo conmigo.
La abogada llegó a amenazar que llamaría al apoderado del partido (a estas alturas quería gritar el nombre del partido para que los electores en la fila supieran quienes hacían lío… pero era algo que no se podía hacer), que hablarían con la junta electoral, pondrían una denuncia, que cerrarían la mesa y nadie más votaría. Esgrimió su celular frente a mis ojos. Entonces le dije “haz la denuncia, yo seguiré atendiendo a los votantes hasta que vengan las autoridades competentes a cerrar la mesa”. Fin de la discusión.
Yo seguí atendiendo a la gente y hasta el momento no he vuelto a tener noticias de ese fiscal general del bustismo ni su abogada.
Ni una pausa para respirar
Desde que abrí la mesa y hasta su cierre a las 18:05 (cuando la última votante emitió su sufragio), el flujo de gente fue constante, exceptuando esos momentos de tensión en que fui interrumpido por el tema firma de sobres. No hubo pausa, más que la de los votantes dentro del cuarto oscuro. Me habían dicho que hasta cinco minutos podíamos esperar a un votante (luego me enteré que en otros distritos daban hasta 3 minutos), luego debíamos acercarnos a la puerta, golpear discretamente y preguntar si había algún problema. Mi vocal llegó a levantarse un par de veces para apurar al votante en el cuarto oscuro, pero no llegó a golpear la puerta que ya abandonaban el cuarto oscuro. Parece ser que la mayoría se tomaba los cinco minutos…. Y así tuve muchos cortes de boleta.
Chicaneadas
Periódicamente entrábamos al cuarto oscuro para revisar que todo estuviera en orden. La Junta Electoral envía modelos oficializados de las boletas. Estas venían en un orden determinado y estaban abrochadas. Yo trataba de respetar ese orden – como me habían dicho en el curso – y sin embargo, en dos ocasiones encontré que me las habían cambiado de lugar y las boletas afectadas eran siempre las de Cristina (las ponían alejadas del resto). En una ocasión, una votante avisó que faltaban boletas. Entonces entramos a verificar y no eran que faltaban. Algún vivo puso las de Duhalde y Altamira encima de las de Cristina. Aparte de estos incidentes, no hubo ninguno más.
Además, yo me tomé una atribución extra: con las boletas oficializadas en mano, controlaba las boletas que estaban en la mesa. Sí, era una atribución de los fiscales que cada quien controle sus boletas, pero yo también echaba un ojo atento a irregularidades.
Comer o no comer, esa es la cuestión
Sucesos sucedidos acaecidos durante el acto
- Se presentó una señora mayor mostrando a medio mundo su credencial de un partido político (obviamente estaba mostrando signos partidarios cuando no debía hacerlo) para el que manifestaba trabajar (UCR) y quería pasar a votar sin hacer fila. Yo le manifesté que esa credencial no la habilitaba para pasar al frente de la fila. Ella insistía. Y yo le dije que por la credencial no podía dejarla pasar. No significaba nada para mí. Pero por la edad sí podía pasar a votar. Para que….. Se enchinchó la viejita. Otra que Mirta Legrand. Parece que era algo sensible al tema etario. Se fue despotricando contra medio mundo. En la mesa, y con los votantes testigos, nos sonreímos (mal echo de nuestra parte). El asunto fue que la señora se retiró sin votar. Un par de horas más tarde regresa acompaña con una joven. La señora se queda como a cinco metros de distancia, quita y muda, mientras se acerca la joven a hablar conmigo. La muchacha me dice que se trataba de una persona mayor y que debía tener prioridad para votar. Yo le dije que sí, que no había ningún problema, que pasara a votar. La chica la llamó, hicimos el trámite y entró a votar. No me dirigió la palabra en ningún momento.
- Otro caso fue el de un señor de mediana edad que se presentó a votar con su documento triplicado. ¿El problema? En el padrón figuraba el DNI-EA. Este es un documento más reciente y un elector no puede presentarse con un documento anterior. No se le acepta y no puede emitir el sufragio. El tipo se molestó porque había esperado mucho en la cola. Nos dijo que había hecho el trámite y que no tenía ese documento. Le sugerimos que vaya al Registro Civil o a la Junta Electoral. Se molestó y azotó el documento viejo sobre la mesa y se retiró refunfuñando. Casi hacia el final del día regresó a votar con el documento correcto.
- No fueron pocas las personas que asistían con paraguas y abrigos. Mi mesa estaba muy adentro de la escuela y no teníamos ventanas hacia el exterior. Hacía calor a pesar de que estaba frío afuera. Muchas personas se abanicaban con los documentos. Dejé pasar a una persona mayor al frente de la fila porque estaba descompuesta, otras dos se decían claustrofóbicas (mi mesa estaba en un pasillo de un par de metros de ancho y además había otra mesa justo al lado, se agolpaba la gente formando cola para ambas mesas). También le di prioridad a un anciano con un bastón y a una señora embarazada la vi formando fila y le dije que pasara al frente. Hubo un caso de una mujer que venía con el certificado médico para no votar, pero ella quería votar y tenía puesto un barbijo. Así que la dejé pasar dándole prioridad y tratando de que no se me notara que me alejaba un poco de ella y su documentación. Pensé en Monk y sus toallitas húmedas.
- El único caso en que tuve que sacar a pasear la urna fue para permitir votar a una persona ciega. Buscamos el cuarto de accesibilidad especial, para personas discapacitadas, pero en esta elección no estaba en mi escuela. Existe un dispositivo con bolsillos y adhesivos en relieve para que los no videntes puedan manejarse por el tacto, pero no lo habían instalado. Así que lo hice votar en la mesa más cercana a la entrada. Pedí permiso en esa mesa para que pudiera pasar primero. Acompañé a la persona dentro y le indiqué donde estaban las boletas. Paseamos dos veces dentro del cuarto oscuro y me pidió varias boletas. Lo dejé solo y desde afuera del cuarto oscuro, escuche su grito avisando que había terminado. Lo guíe fuera del cuarto oscuro hasta la urna 142, que había quedado en custodia de las autoridades de esa mesa, y una vez votado, lo dejé con sus familiares. Me sentía como una mamá pata: yo cargando la urna y los fiscales detrás en fila como los patitos camino al estanque.
Cerca del fin
Hacia las 18 hs las cosas se calmaron. La cola alcanzaban a unas cuatro o cinco personas y yo hacía firmar ya de a tres, dos y hasta un sobre (evitaba que me sobraran sobres firmados, aunque estos se destruyen al cerrar la mesa). A las 17:45 me ilusioné con que tendría algunos minutos para dar un mordisco al sándwich, pero no terminábamos de despachar a un votante que llegaba otro. Finalmente una señora se retiró a las 18:05 y no quedaba nadie. Mientras, a las 18 habían cerrado la puerta de la escuela.
Pasó la Delegada Judicial por mi mesa avisando que entraban dentro del cuarto oscuro sólo dos fiscales. Yo no estuve de acuerdo, ni los fiscales en mi mesa (los tres que estaban). La Delegada Judicial dijo que en el curso que hizo le dijeron eso. En mi curso, que también incluyó el temario de los delegados judiciales – no tuve noticias de que hicieran dos tipos de cursos diferentes – no hicieron mención a ese tema. Luego corrió el rumor que eran los fiscales de la mesa más otros dos que fueran de diferentes partidos. Me pareció más razonable este rumor, sin embargo, decidí dejar entrar a cualquier fiscal que quisiera estar presente. No iba a ponerme a prohibir la fiscalización del escrutinio y menos por un rumor.
Yo fui preparando el acta de clausura mientras mi vocal contaba las personas en el padrón que habían venido a votar. A las 18:15, sin más votantes, firmamos el acta de clausura y dimos por finalizada esta etapa. Comenzábamos el conteo.
Escrutando sobres
Como precaución, tome una faja adhesiva y cerré la boca de la urna, para evitar que le cayeran “elementos extraños”. Tomamos la documentación, la urna y con los fiscales nos fuimos al cuarto oscuro. Una vez dentro, tenía como 10 fiscales mirando (entre los que estaban en mi mesa más otros fiscales generales).
Preparé el aula formando como una especie de corral dentro del cual quedábamos mi vocal y yo. Fuera del corralito estaban los fiscales mirando.
El problema de una escuela primaria como la que me tocó, es que el pizarrón es muy pequeño. Estuvimos casi 10 minutos pensando cuál sería la mejor manera de ir organizando la información. Acepté algunas sugerencias de los fiscales y finalmente colocamos en filas las categorías (en Entre Ríos votábamos para Presidente, Diputados Nacionales, Gobernador, Senadores Provinciales, Diputados Provinciales, Intendente y Consejales) y en columnas, a medida que iban apareciendo, las listas. En la matriz que se iba formando, si alguna lista no tenía candidatos en una categoría, tachábamos el casillero. Cada voto computado era un palito que se le ponía. Se agrupaba de a cinco palitos y cuando se llegaba a llenar el casillero, se condensaba la información con un número y luego se seguía con palitos…. como si estuviéramos jugando al truco.
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Con esto resuelto, pasamos a verificar la cantidad de sobres en la urna con la cantidad de votantes. Desparramé los sobres en el piso acomodándolos en pilas de diez. Los fiscales se ofrecieron a ayudar, pero amablemente les dije que no (no permito que toquen ninguna documentación ni sobre). En el primer conteo teníamos una diferencia de 1 persona: 268 sobres y 269 votantes en el padrón. Entonces pasé a contar las personas en el padrón mientras el vocal verificaba los sobres. Llegamos al exacto total de 269 personas/sobres (yo había armado una pila con 11 sobres, mea culpa).En mi primera elección – en las legislativas del 2009 – tuve 200 personas. En las primarias del 14/08 fueron alrededor de 210 (no recuerdo ahora exactamente ese número). ¿Será que la gente se moviliza más para una presidencial? De 350 personas en mi mesa, se presentó el 76%.
Como dije anteriormente, en el piso tenía pilas de diez sobres cada una y comencé a tomar sobre por sobre, de a uno (como nos dijeron en el curso). Por suerte, en esta ocasión nos enviaron sobres con un troquelado en su lateral que facilitaba abrirlo. Hay gente que se toma su tiempo para pegar el sobre. Cuando me encontraba con un sobre de esos en la anterior elección, mis pensamientos hacia esas personas no eran – ni son – publicables.
Controlaba las firmas en el sobre, lo abría, sacaba el contenido, dejaba abierto el sobre mirando hacia los fiscales para que pudieran ver que estaba vacío y procedía a verificar el contenido. Si todo estaba bien, le cantaba a mi vocal donde debía poner el palito y acomodaba la/s boleta/s en las mesas que me servían de corral. Estaban a la vista de los fiscales… y a su alcance si alguno se levantaba y salía/entraba por la puerta (en estos casos, yo seguía con la mirada todos los movimientos de los fiscales).
Y así fue el escrutinio, larga tarea de control y sumatorias de palitos. No llegué ni a la mitad del conteo y la tendencia ya se mostraba coincidente con las encuestas. Una fiscal de un partido político nada que ver con el PJ, quien dijo trabajar en la municipalidad, manifestó su contento al ver quien perfilaba a ganar la intendencia. “Esperemos que mejore el ambiente porque como está ahora es imposible”, o algo así manifestó.
En esta ocasión no hubo ningún sobre en blanco, a diferencia del 14/08. Todos tenían boletas dentro, aunque hubo varios blancos en determinadas categorías.
Tuve poco nulos. En la elección del 14/08 se produjo el milagro para Altamira y en mi mesa obtuvo un voto. En esta ocasión, el único voto que sacó lo tuve que tomar por nulo porque el votante también metió la boleta de Rodríguez Saá. No fue el único presidenciable: a Cristina también le tuve que anular uno porque el número de lista estaba faltando (estaba rasgada la boleta). También se dieron otros pocos casos de nulidad en otras categorías, más que nada por repetición (meter dos boletas por diputado nacional, por ejemplo). Pero en ningún caso encontré elementos extraños ni tachaduras.
Me toco, sí, armar un rompecabezas, aunque pequeño. Un votante eligió sólo para gobernador (PRO) y senador provincial (UCR) pero ambas boletas estaban rotas. Armé los pedazos y como no me faltaba nada, los di por bueno a ambos.
A diferencia del 14/08, no tuve votos recurridos.
Y por suerte, tuve un único sobre cubierta que no me toca contarlo a mí (digo “por suerte” porque lleva un trámite algo más largo al momento de sufragar, no de escrutar).
Y así se continúo mientras perdía fiscales (se iban retirando). A las 22 ya tenía los resultados y entonces procedí a guardar todos los sobres, boletas escrutadas y demás elementos en la urna, según instructivos y la sellé. Firmaron los fiscales presentes y comencé a llenar la documentación: Acta de Escrutinio, certificados de escrutinio para los fiscales que quisieran uno (llené un par adicional: uno para mí y otro para mi vocal) y el telegrama para el correo.
Los resultados en mi mesa
Cristina sacó 133 votos. A Binner no le fue nada mal con 76 mientras Alfonsín llegaba a 17 y Duhalde 6, por debajo de Rodríguez Saá con 8. La loca, quien habla de “régimen” y todavía le falta bajar algunos kilos y también habla de “resistencia” y yo me pregunto, ¿dónde estará guardando las armas?, sacó unos magros 2.
Al gobernador le fue tan bien como la presidenta, seguido por Busti con 54 (menos del doble que Urribari). Blanca Osuna, la futura intendenta, sacó también casi el doble que su competidor más cercano, Halle. Cuando veo cómo Busti-Halle empapelaron la ciudad de Paraná con carteles, afiches y pasacalles (hacia donde miraba veía algo de ellos), pienso cómo tiran la plata en publicidad.
En la foto les muestro el certificado de escrutinio. Copia del mismo envié a la Junta Electoral, a cada fiscal presente, una a mi vocal y otra para mí. Ojo, reconozco que arriba a la derecha debería haber puesto 268 en vez de 269, considerando que tuve 1 sobre cubierta. Pero no afecta al resultado general y en el telegrama informé 268 + 1 sobre cubierta.
Y finalizando…
A las 22:47 entrego todo al empleado del correo y me entero que de diez mesas que había en la escuela, la mía era la quinta en terminar. Me despedí del oficial de prefectura responsable de la custodia del lugar, del empleado del correo y junto con mi vocal, quien vive a la vuelta de mi casa, me fui caminando bajo el cielo amenazador.
Que grande César! Cumpliendo muy bien su responsabilidad cívica!
Muy bueno, es un paso a paso para el que le toque ser presidente de mesa en una futura elección. Me alegro que te haya ido bien.
Peeeero… no era necesario el comentario hacia Carrió, te mantuviste en todo lo escrito respetando a las personas mas allá de sus creencias políticas, de religión o de lo que les gusta comer que lo de «La loca, quien habla de “régimen”» no era necesario.
Hay que recordar que esa ‘loca’ fue la que lo denunció a De Vido y Jaime (junto con otros).
Por lo demás, muy bueno.
Matías, si te dedicas a denunciar a medio mundo, alguno vas a embocar. Ojo, que la justicia nada dijo sobre De Vido, sí sobre Jaime.
A mí me defraudó enormemente. La voté en el 2003, fui a escucharla una vez a la Universidad Católica de Santa Fe…. todo una pérdida de tiempo. Ahora, cada vez que habla, siento que me agrede.
Si, a mi también me defraudó que no tenga capacidad como líder, pero me gusta como oposición. La voté :(, en 2007. No me gusta que relacione ciertos problemas terrenales a cosas ‘divinas’, pero bueno como dicen los viejos, eso es harina de otro costal.
Yo siento lo mismo por la actual presidente, siempre está agrediendo.
Me stop 😛
Muy buena tu crónica, salute.
Bien César!!! Me llevó dos días leer la crónica pero me gustó mucho! Felicitaciones!!