La semana pasada visité la feria, que terminó ayer. La Feria del Libro número 16 se realizó en la ex-estación del Ferrocarril General Belgrano. El hermoso edificio de 1928 había sido abandonado por más de una década y el año pasado el municipio puso manos a la obra para restaurarlo. La planta baja, casi terminada, fue el espacio en donde se desplegaron los stand de las editoriales y librerías de la ciudad. Yo asistí con la intención de conseguir regalos navideños para mis sobrinas (en el 2008 dije: “basta de juguetes, de ahora en más, libros… o ropa”, sí, soy un tío aburrido).
Fue la primera vez que ponía un pie dentro de la estación y de inmediato tuve la sensación que el espacio dedicado a la feria era más pequeño que la del año pasado (pueden leer aquella reseña aquí). En la anterior edición fue al aire libre y me pareció que había más actividad, la recuerdo más vibrante. Este año me pareció más pequeña, más comercial. Por ejemplo, había cuadros para ver pero estaban sobre un pasillo por el cual circulaba demasiada gente… nada apropiado para la contemplación.
Cruzando el hall hacia la zona de andenes (a donde la mano de la restauración todavía no llegó), había una cantina y un escenario donde se estaba preparando un espectáculo. Desde el hall a los andenes hay dos pasillos y en ellos había stand de editoriales. Uno de los pasillos todavía estaba en obra y un enorme andamiaje lo dividía en dos. Allí estaban los libros de la UNL, quienes los habían puesto incluso sobre el andamio.
Había mucha gente mirando y comprando y la reducción de espacio era notable en el área de libros usados: apenas si alcanzaba a un librero de quizás metro y medio de alto por un metro de ancho en el stand de Mauro Yardin… y con tanta gente agolpándose allí, era difícil acceder.
Sin embargo, no todo son pálidas. Pude ver ofertas interesantes. Por ejemplo, el mismo libro que el año pasado veía a $290, este año lo ofrecían a $160 en edición vieja y sin caja (no pregunté cuánto costaba nuevo). Aún así, sigue siendo caro para que los niños escriban en él 🙂
En otro stand, el de “El Arca del Sur”, me detuve más interesado en la música que en los libros. Pregunté “¿qué estoy escuchando?”, “Quinteto Santa Fe” me dijo el dependiente. Me gustó el grupo. Temas de Rada, Falú, Heredia y otros en versión coral acompañados con guitarras. Cuando visité el stand por segunda vez, compré el CD. Ya tengo el regalo para…. para alguien en Navidad y hasta la Navidad no será abierto.
Me llamó la atención otro CD, uno de “La sociedad de los 5 vientos” , un conjunto rosarino de la UNR y el álbum se llama “Redescubriendo América”. Ejecutan música de un autor brasilero, dos argentinos (Piazzolla uno de ellos) y un yanqui. Cómo no lo estaban reproduciendo, pregunto sobre el tipo de música de que trata. “Clásica” me dicen (lo miro cruzado porque no había allí nada de Bach, Vivaldi, Mozart, Rachmaninov…. ), “bueno, ¿pero qué clásica?” (yo pensaba que si era algo como Stravinsky, mejor dejar ahí mismo el CD). Pero el tipo lo más que sabía era que se trataba de música ejecutada con instrumentos de viento: fagot, oboe… es decir, nada más allá de lo que decía la caja. Igual decidí arriesgarme por Piazzolla y lo compré. La última vez que me arriesgué a comprar un CD para mí, sin escucharlo previamente, fue una desilusión y esta vez no fue diferente. Sólo Astor es decente en ese compact.
Luego, en el stand de Mauro Yardín, a los codazos para hacerme un espacio frente a la mesa de libros, por fin consigo lo que quiero y compré “Mis 365 adivinanzas” y “Mis fábulas favoritas” para mis sobrinas. Ya estaba cansado de mirar libros infantiles y cansado de recorrer la feria como para buscar libros para mí. Me marché… hasta el año que viene, o hasta el domingo que viene porque en el mismo edificio se realizará la Feria de las Colectividades en Santa Fe.