Caminando por avenida General Paz decido entrar en una de tantas verdulerías que están sobre esa calle, más precisamente en proximidades del cruce con calle Lavaisse, y encuentro el kilo de tomate a $8. ¡Oh! Qué sorpresa! (en una verdulería alguna cuadras más al norte estaban a $10), así que decido comprar medio kilo.
Después de una pequeña desviación para visitar la Feria del Libro, regreso a la avenida General Paz y decido entrar a preguntar a otra verdulería ubicada frente a Gervasoni Ingeniería. ¿El precio? $7. ¡Bárbaro! Compro un kilo. Ya tengo la ensalada asegurada para algunos días.
Ahora bien, ¿cómo rayos puede uno medir la inflación con tanta divergencia de precios? Si soy opositor, me quedo con el máximo valor? Si soy oficialista, con el menor? ¿Promedio valores? ¿A cuánto estará el cajón en el mercado concentrador? Me parece que están todos locos.
Aproximadamente unas 10 cuadras más al sur, ya sobre calle Necochea a una o dos cuadras de la plaza de las banderas, de puro gusto entro en una verdulería en una esquina para preguntar el precio del tomate.
– Buenas tardes, ¿a cuánto tiene el tomate?
– $14, el perita y el redondo igual.
– Bien gracias – y sigo mi camino.
Actualización 17/09/11: Hoy el precio del tomate ya no está en $7, sino a $10.
Cesar, te doy un tip que espero sepas utilizar: El tomate barato es muy bueno, el caro es una porquería.
Así de simple.
El tomate es un fruto muy estacional, cuando está en época es muy bueno y barato. En contra estación, fue cortado verde y almacenado en cámaras, por eso su precio alto y su mala calidad. Fijate que son rojos por fuera y verde por dentro.
Cambiá de ensalada, no te va a venir mal.
Pato, Pato… Patricio…. Hoy como ensalada de zanahoria, pero más allá de los tomates y ensaldas, no era ese el objetivo del artículo 😉
En realidad sí debería serlo. No podés tomar un producto tan estacional para medir la inflación.
Aja…. ¿y cómo la miden quienes nos machacan con esos números?…. hmmm… tomando la botella más cara de whisky?
Juan de los Palotes no sabe nada de estadísticas ni muestreos….
Pero Doña Elsa, si tiene más de 30, sí sabe de productos de estación – porque de chica esperaba el otoño para comer mandarinas. Y ahora compra tomates cuando son frescos y están baratos, y cambia de ensalada en otra época. Las cámaras frigoríficas nos permiten conseguir casi cualquier cosa en cualquier época del año, lo que es muy bueno en cierto sentido – pero al costo de sacrificar frescura, calidad y también precio. En algún momento la metodología de cálculo del INDEC reflejaba estas variaciones estacionales, ahora seguramente «mandan fruta».